Un hombre observa el violonchelo de Stradivarius una vez restaurado. :: EMILIO NARANJO / EFE
Sociedad

El alma del Stradivarius 'cojo'

Carlos Arcieri, 'sanador' del instrumento, estima que la pieza restaurada alcanzaría los 40 millones en una subasta El violonchelo del Palacio Real recupera su mástil, roto en una sesión de fotográfica

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Además de arreglar el mástil y el talón, le hemos cambiado el alma y la barra armónica. La calidad de su sonido será el doble de buena que antes de la rotura». Lo dice tan seguro de sí como risueño Carlos Arcieri, luthier de prestigio global que ha devuelto a la vida al Stradivarius del Real que se quedó 'cojo' tras sufrir un fatal accidente el pasado mes de abril. Es un instrumento impagable, un violonchelo legendario, perteneciente al mítico cuarteto decorado de las colecciones reales, que con sus tres siglos de andadura emprende una segunda y prometedora vida.

Ha estado en coma y la UVI durante casi siete meses antes de obtener el alta con su alma revitalizada y su mástil reimplantado. Patrimonio Nacional buscó al mejor 'cirujano' entre los mejores luthiers del mundo, que le ha devuelto la integridad y la vida por unos miles de euros y por «todo el amor arte, el placer y el orgullo de tener el instrumento entre mis manos».

El violonchelo es una pieza más que singular y de incalculable valor. Uno de los cinco Stradivarius que atesora el Palacio Real. En una sala de subastas «superaría con creces los 30 millones de euros, y muy probablemente los 40», aventura Arcieri, que lo ha tenido bajo su custodia en la sala de curas que le habilitó el propio Palacio Real. Juan Carlos de la Mata, responsable de su conservación, se niega a ponerle precio. «Esos 40 millones serían acaso el valor de seguro; pero nadie en su sano juicio se atrevería a poner un precio que podría ser con justicia mucho, mucho más elevado. Es incalculable», zanja la cuestión segundos después de que el instrumento haya dado prueba de su plena recuperación en las manos de Francisco González Espinosa, que atacó algunos pasajes de la suite nº3 en Do Mayor de Bach para demostrar su recuperado vigor sonoro.

Todo se torció a mediodía del pasado viernes 13 de abril. En una sesión de fotos ordinaria el violonchelo se golpeó con el borde una mesa y se quebró el mástil por el talón. Por fortuna, la caja, ricamente decorado por Antonio Stradivari en Cremona hace más tres siglos, no sufrió daño alguno. El mástil era además una pieza ya sustituida en 1857 por Silverio Ortega. Fue un milagro que el instrumento no cayera al suelo y se hiciera añicos.

Con luz del norte

Se recurrió al mejor luthier para operar de su herida al mutilado violonchelo. Carlos Arcieri, de origen colombiano se avino a dejar su taller de Nueva York e instalarse temporalmente en Madrid para trabajar in situ y sin salir de Palacio. Pidió una habitación con «la imprescindible luz del norte», desplegó sus herramientas ante un ventanal y trabajó sin desmayo. Necesitó diez días seguidos con jornadas de más de doce hora para moldear el nuevo mástil de madera de arce añejada durante más de 20 años. Lo encajó en la estructura original «sin modificar el clavijero y sin rebajar un cuarto de milímetro de la caja, y desde luego, sin destaparla, porque no era necesario». «Ha sido un placentero sacrificio», resumió.

Ha cobrado un «precio político» que Patrimonio Nacional no precisa, pero que rondaría entre los 12.000 y los 18.000 euros. Arcieri ha revisado de paso y por la misma minuta el resto de los Stradivarius de palacio, otros dos violines y una viola del cuarteto ornamentado y otro violonchelo posterior a 1700, una de las mejores colecciones del mundo.

«Su salud es fantástica», se ufana este gran artesano, maestro de su oficio que lleva cuatro décadas acariciando y reparando Stradivarius, Guarneris y demás joyas de cuerda que también fabrica. Es colaborador habitual de la Filarmónica de Nueva York, del Metropolitan Museum y de la Julliard School of Music. Su trabajo es «impecable», según los responsables de la conservación. «Hemos seguido el criterio de excelencia máxima para la restauración», dijo José Rodríguez-Spiteri, presidente de Patrimonio Nacional.

El violonchelo volverá hoy a la antecámara de la Reina Cristina del Palacio Real, donde se exhibe con sus hermanos y bajo la protección de una urna de vidrio. Un emplazamiento seguro que solo abandona para los conciertos y las periódicas revisiones de sus conservadores. La maestría de Arcieri ha evitado que hubiera que abrir la caja en cuyo interior figura al etiqueta 'Antonius Stradivarius Cremonensis/ Faciebat Anno 169(?)', hay dudas sobre si el número final es 4, 7 o 9. Es la prueba de que el violonchelo salió del legendario taller de Cremona en el último tercio del siglo XVII. Nació como violón, pero se adaptó después como violonchelo. Arcieri ha constatado, como queda en los registros palaciegos, que el puente y el alma se habían cambiado en varias ocasiones, además del mástil, que, como queda dicho, no era el original.