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La 'primavera árabe' llega a la ONU

La Asamblea General de Naciones Unidas reúne en Nueva York a 130 jefes de Estado y 200 ministros

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Las calles están cortadas, la Policía grita en cada esquina y las caravanas de limusinas con cristales ahumados se suceden en la Quinta Avenida. Ha empezado la cumbre de alto nivel de la Asamblea General de la ONU y este año, además de los agitadores y los estadistas de siempre, acuden en tropel los líderes que ha dado la 'primavera árabe', además de algunos recién estrenados como Mariano Rajoy.

Son 130 jefes de Estado y 200 ministros, lo que en número convierte la reunión anual de Nueva York en la más importante del mundo. Para Barack Obama, que se encuentra en plena campaña de reelección, esta es su mejor oportunidad para enmarcar su política exterior. El mandatario necesita calmar los ánimos del mundo árabe por la producción de un vídeo antimusulmán que literalmente ha incendiado Oriente Medio. Tendrá que aprovechará la atención mundial para recordar a los musulmanes que su gobierno no apoya este tipo de insultos pero tampoco puede aceptar las respuestas violentas que han sido aprovechadas por los extremistas para cobrarse la vida del embajador estadounidense en Libia, Chris Stevens.

Con los nuevos líderes de la 'primavera árabe' estrenando reuniones en hoteles de lujo, la secretaria de Estado Hillary Clinton aprovechó el micrófono que le ofreció su marido en la cumbre de la Iniciativa Global Clinton para advertir que no tiene sentido «reemplazar a dictadores por la dictadura de las turbas».

El mensaje estaba especialmente dirigido a Mohamed Morsi, que a su vez aprovechó la cumbre para dar una entrevista a The New York Times y enviar su propio mensaje a EE UU. «Depende de Washington reparar las relaciones con el mundo árabe y revitalizar la alianza con Egipto», tradujo el rotativo. En opinión del nuevo presidente egipcio, si Estados Unidos e Israel quieren que su país cumpla con las obligaciones contraídas en los acuerdos de Camp David, ellos también tendrán que cumplir su parte. «Mientras los palestinos no tengan paz y justicia, el tratado está incumplido», dijo.

Morsi, como Obama, tiene que dirigir sus palabras en la asamblea al consumo doméstico e internacional, lo que fuerza a tejer un delicado equilibrio de intereses. Conscientes de que el presidente estadounidense no comprometerá su reelección, el gobierno de Morsi retiró la solicitud de entrevistarse con Obama, que había sido rechazada por la Casa Blanca. Como la autoridad palestina ha retrasado sus demandas para ser admitido en la ONU. El año pasado Abú Abás fue tajante al anunciar que había llegado la hora de que su pueblo buscase el reconocimiento de pleno derecho ante la ONU, independientemente del que le confiriese Israel, pero poco a poco renunció a enfrentarse a EE UU. Sin su consentimiento nunca obtendrá el necesario respaldo del Consejo de Seguridad a su candidatura pero puede pedir a la Asamblea General que al menos apruebe su entrada como estado miembro no observador. Algo que prefiere dejar para cuando pasen las elecciones estadounidenses, aunque tendrá que explicar esa demora en otros términos durante su discurso del jueves.

Derecho a veto

El papel hegemónico de EE UU y otros cuatro países que ostentan el derecho a veto como miembros permanentes del Consejo de Seguridad está siendo cuestionado estos días por el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, que a falta de Gadafi o Chávez se ha convertido en el líder más provocador de la reunión. Obama también pretendía aprovechar su discurso de hoy para renovar la presión sobre este país y demandar nuevas sanciones, algo que para Israel es insuficiente al considerar que está sólo a seis meses de reunir el material necesario para una bomba nuclear.

La hegemonía de los cinco grandes poderes del mundo también ha impedido que se ponga freno al baño de sangre en Siria, con Rusia y China boicoteando cualquier medida contra su aliado Bashar al-Asad. Ninguno de estos líderes ha acudido a la Asamblea General, conscientes de que estarán en boca de todos. Mientras las palabras caen en saco roto, el enviado especial de la ONU y la Liga Arabe Lakhdar Brahimi advierte que los 'yihadistas' extranjeros han caído en masa sobre Siria, el gobierno ha sistematizado las torturas e Irak se ha convertido en la autopista de armas que fluyen desde Irán.

Entre los ausentes destaca también el primer ministro turco Tayyip Erdogan, cuyo país fronterizo con Siria juega un papel delicado entre ese frente de guerra y la OTAN. Y de entre los que se estrenan también destaca el general Thein Sein, que es el primer mandatario de Miamar que visita la ONU desde 1996, gracias al levantamiento de sanciones de EE UU.

Con todas estas ausencias y presencias, el escenario sobre el que Hugo Chávez un día dijo oler a azufre después de que George W. Bush pasara por él, promete estar tan caliente como las calles de Nueva York, sin perder la tradición de no fraguar solución concreta alguna para los acuciantes problemas del mundo.