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La corrupción china se combate en internet

Wang Lijun, mano derecha de Bo Xilai, pasará 15 años entre rejas por recibir sobornos y abusar de su poder

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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Wang Lijun conservará la cabeza sobre sus hombros, pero pasará 15 años a la sombra. Tal y como se esperaba, el exjefe de Policía y vicealcalde de la ciudad de Chongqing, fue condenado ayer por un tribunal de Chengdu: nueve años de cárcel por aceptar sobornos, siete por manipular la ley para provecho propio y dos más, tanto por el delito de deserción -se refugió en un consulado de Estados Unidos, donde su petición de asilo fue denegada- como por el de abuso de poder. Como Wang «colaboró de forma activa en la investigación del caso y reveló delitos de otras personas», el tribunal ha demostrado clemencia y, «de acuerdo con la ley», ha reducido la pena. Así que parece lógico que Wang haya decidido no apelar la sentencia.

Tanto la aceptación de sobornos como la deserción, delitos de los que Wang aseguró estar arrepentido, podrían haberle llevado directamente a la inyección letal. Pero habría sido un castigo excesivo para quien destapó -después de haberlo encubierto, eso sí- el asesinato de Neil Heywood a manos de Gu Kailai -condenada a pena de muerte suspendida- y los desmanes económicos y políticos de su jefe, el entonces secretario general del Partido Comunista en Chongqing, Bo Xilai, cuyo nombre no se menciona en la prensa china.

El mandamás Bo, uno de los líderes más carismáticos de China, que se postulaba para un puesto en el grupo más selecto de dirigentes, es la última pieza que queda por colocar para cerrar el puzle del mayor escándalo político en China desde hace dos décadas. Ahora, las grandes incógnitas son si Bo será juzgado y sentenciado antes de que comience el 18º congreso del Partido Comunista, cuya fecha todavía es un misterio, y si se enfrentará únicamente a la comisión disciplinaria del Partido que lo investiga o también responderá frente al juez.

Sin duda, el caso de Wang ha provocado mucho interés mediático por sus graves implicaciones políticas, pero los delitos por los que ha sido condenado no son nada nuevo en China. Lo que sí resulta raro es que sean castigados. De hecho, como apunta con ironía un usuario de Weibo, el Twitter chino, «si todos los políticos y cargos públicos corruptos corriesen la misma suerte que Wang, tendrían que gobernar las señoras de la limpieza». No en vano, el brutal desarrollo económico de China y su rápida interacción con el mundo ha proporcionado a los poderosos innumerables oportunidades para enriquecerse de forma ilícita. Pero, ahora, el ciberespacio ha comenzado a dejarlos en evidencia.

De guante blanco

El caso de Yang Dacai es un buen ejemplo de cómo los internautas logran que se haga justicia con los ladrones de guante blanco que llevan la hoz y el martillo en la solapa. Hasta el pasado 26 de agosto poco se sabía del jefe del departamento de Seguridad Laboral de la provincia de Shaanxi, en el centro de China. Fue entonces cuando este hombre, cuyo físico encaja a la perfección en el perfil que el imaginario colectivo chino otorga a los corruptos -bajito, barrigón, gafoso y con aire descuidado-, emergió como el gran protagonista de una fotografía que ha destrozado su carrera: aparecía con una sonrisa socarrona junto al autobús en cuyo accidente acababan de morir 36 personas.

Las redes sociales no le perdonaron tal falta de respeto y, además de criticar su actitud en lo que debía ser momento de pesar, algún internauta avispado decidió centrar su interés en el reloj que lucía. Buscó más imágenes de Yang y analizó todos los píxeles. La conclusión no pudo ser más explosiva: el funcionario poseía al menos once relojes de lujo, entre ellos un Rolex, un Omega y un Vacheron Constantin valorado en unos 50.000 euros. Aunque Yang aseguró que los había adquirido con su sueldo, nadie creyó que eso fuese posible.

Hasta el punto de que Liu Yanfeng, un estudiante de la Universidad de las Tres Gargantas, se atrevió a solicitar formalmente, el pasado día 1, información sobre el salario de Yang. «La respuesta fue la que esperaba», reconoció al diario 'Global Times' después de que le informaran que lo que exigía era información confidencial. No obstante, la semana pasada Yang fue destituido de su cargo por «violar gravemente la disciplina del Partido» y los internautas chinos sumaron un tanto más en su lucha contra la corrupción que lastra al gigante asiático.