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Manifestantes libios expulsan de Bengasi a la principal milicia que opera en la región
La brigada salafista Ansar el-Sharía está involucrada en el ataque que costó la vida al embajador de EE UU
TRÍPOLI. Actualizado: GuardarEl pueblo libio ha vuelto a demostrar que no está dispuesto a retroceder en su revolución. Por ese motivo, y bajo el grito de «¡la sangre de los mártires no se derramó en vano!», cientos de enfurecidos ciudadanos de Bengasi asaltaron la noche del viernes las instalaciones de las principales milicias que controlan la región. El objetivo era el mismo que desde hace meses habían exigido a unas autoridades hasta ahora incapaces de dar el paso: expulsar a los grupos paramilitares que dominan buena parte del territorio desde el derrocamiento de Muamar Gadafi hace casi un año.
La furia de los manifestantes obligó a huir de su cuartel a la brigada salafista Ansar el-Sharía, la mayor que opera en la zona y a la que se involucra en el ataque que costó la vida al embajador de EE UU, Chris Stevens. Sin encontrar apenas resistencia, los atacantes irrumpieron en la sede de la milicia, quemaron banderas de la organización y desalojaron a los miembros de la banda que permanecían en el complejo. Como resultado, varias personas sufrieron heridas después de que los insurgentes dispararan con artillería pesada.
Tras el asalto, la multitud se dirigió a la sede de la brigada de Rafalah Essahati, un grupo islamista que controla el Ministerio de Defensa, donde se produjeron combates con lanzacohetes y armas ligeras durante dos horas. Los choques dejaron al menos cuatro muertos y unos 40 heridos. Ante los disturbios, el presidente del Parlamento, Mohamed el-Magarief, advirtió contra el «caos» y pidió a la población que diferencie entre las milicias «ilegítimas» y las gubernamentales. Aun así, aplaudió el coraje de los manifestantes.
La mecha revolucionaria prendió horas antes en una marcha en Bengasi a la que acudieron miles de personas que exhibieron pancartas en las que se podía leer: «No más Al-Qaida», «Bengasi se merece algo mejor» y «Hemos perdido a un amigo», en alusión al embajador norteamericano, muy querido en la ciudad que fue cuna de las protestas.