«Creo que subiremos las pensiones», afirma Mariano Rajoy
El Jefe del Ejecutivo no entra en detalles ni matices y defiende que las prestaciones a jubilados serán «lo último que se tocará»
ROMA. Actualizado: GuardarLa posibilidad de una congelación de las pensiones, para ahorrar 4.000 millones anuales, y del adelanto del alza en la edad de jubilación, dentro del nuevo plan de reformas que el Gobierno va a presentar la semana que viene, un rumor lanzado por la agencia Reuters, persiguió ayer viernes todo el día a Mariano Rajoy hasta Roma. El presidente participó allí en la Internacional Demócrata de Centro (IDC), que reúne a partidos de centroderecha del mundo y al que acudieron varios jefes de Gobierno. Entretanto en Madrid el ministerio de Economía, primero, y después la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, lo desmintieron rotundamente. El propio Rajoy había repetido hace poco que las pensiones «sería lo último que tocaría». Por fin, al sentarse por la tarde a charlar con los periodistas de modo informal decidió entrar al trapo por sorpresa: «Las pensiones yo creo que las subiremos...». Rajoy no entró en detalles ni matices, y solo insistió, a modo de broma, en que va a ser la única partida que va a subir junto a la del pago de los intereses de la deuda.
Las pensiones están en el centro de la polémica porque Rajoy ha hecho de ellas el último bastión de una política económica en la que abundan los incumplimientos (alza de impuestos, recortes del gasto social) de su programa electoral. El presidente del Gobierno quiere reservarse esta parcela frente a cualquier comparación con su antecesor en el Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que congelar las prestaciones a la mayoría de los beneficiarios por imposición de Bruselas en el dramático Ecofin del 9 de mayo de 2010. En 2011 solo se salvaron las pensiones mínimas.
La subida que decidió el Gobierno del PP recién llegado al poder correspondió a los Presupuestos de 2012, que finalmente se aprobaron el pasado julio, tras las elecciones en Andalucía. Preserva el poder adquisitivo de los pensionistas, pero ha dejado una gravosa factura. Compensar a los beneficiarios de la desviación de la inflación va a suponer un sobrecoste de 2.000 millones este año, mientras que otros 2.000 millones se cargarán en las cuentas de 2013, al incorporarse el aumento a la paga mensual.
En vísperas de que el Ejecutivo presente los Presupuestos del próximo año, una noticia de la agencia Reuters que sugería la congelación de las pensiones y el adelanto de la entrada en vigor de la reforma que prolonga la edad de jubilación hasta los 67 años encendió todas las alarmas. El primer desmentido procedió del ministerio de Economía, pero las pensiones no son de su competencia, ni tampoco le corresponde la redacción de las cuentas públicas. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, remitió a este mentís durante la conferencia de prensa en la que dio cuenta de los acuerdos del Consejo de Ministros, como si no quisiera ir más allá. Solo ante la insistencia de los informadores evocó afirmaciones anteriores de Mariano Rajoy. Finalmente, las manifestaciones del Jefe del Ejecutivo en la capital italiana apenas aclararon la orientación de sus propósitos.
Últimos de la clase
La reunión centrista de Roma fue casualmente un encuentro de los últimos de clase, gobernantes de países en graves apuros por la crisis: estaban por allí el primer ministro griego, Antonis Samaras, y el irlandés, Enda Kenny. Además había que sumar al anfitrión, Mario Monti, que aprovechó para reunirse con todos y, en particular, con Rajoy, con quien estuvo una hora. Monti y Rajoy parecen entenderse muy bien en la adversidad, sobre todo desde que en el decisivo Consejo Europeo de junio formaran un bloque para imponer sus posiciones.
Rajoy también habló del rescate, para insistir en que de momento no se lo plantea. Para ello deben cumplirse, aseguró, tres requisitos: «La certeza de que ése sea el interés de España, conocer las condiciones con claridad y si todo el mundo está dispuesto a apoyarlo». «Hay que saber qué pides», resumió, describiendo un panorama general de incertidumbre. En su opinión, la fórmula ideal sería hacer públicas unas condiciones claras y asumibles, lo que en sí mismo sería un mecanismo que funcionaría automáticamente «en un día» bajando la presión de los mercados.