Mas se inclina por el adiós a España tras el 'no' de Rajoy a su pacto fiscal
El jefe del Ejecutivo ofreció al presidente de la Generalitat como máximo la revisión del sistema de financiación
MADRID. Actualizado: GuardarNo hubo explosión porque tanto Mariano Rajoy como Artur Mas son dos personas de caracter pausado, pero resultó del todo imposible encontrar el mínimo punto de encuentro en la esperada entrevista que ambos celebraron ayer en la Moncloa. El jefe del Ejecutivo dio un 'no' sin rodeos a las pretensiones del presidente de la Generalitat de aumentar la soberanía fiscal de Cataluña a través de una hacienda propia, como la vasca o la navarra, pero abrió la puerta, en cambio, a una mejora del actual sistema de financión de las comunidades, vigente desde 2009. De nada sirvió. «Cataluña no puede colmar con eso sus aspiraciones como país y como pueblo», dijo rotundo su interlocutor.
Mas anunció que abrirá ahora un periodo de «reflexión» antes de decidir «en caliente» cuál es su siguiente paso, pero dejó claro que daba por rota la baraja. En el corto plazo, lo más probable es que disuelva el Parlamento y convoque elecciones. No lleva siquiera dos años en el Gobierno, pero el pacto fiscal fue su gran promesa electoral y ya ha dejado claro en varias ocasiones que de ser rechazado cabría interpretar que la legislatura está agotada.
La capital de España no era, en todo caso, el lugar apropiado para anunciar semajante decisión. Y menos si se tiene en cuenta que ahora, más que nunca, los gestos importan. Sólo en esa clave se puede entender su empeño en comparecer ante los medios de comunicación en la Delegación del Gobierno que Cataluña tiene en la madrileña calle de Alcalá y no en el palacio de la Moncloa, como en otras ocasiones.
Opciones abiertas
La pronta llamada a las urnas, pues, parece clara. Lo que aún no está definido es hasta dónde llevará CiU su apuesta soberanista, aunque es evidente que tirará por elevación.De hecho, Mas no descartó ninguna opción, ni siquiera la reivindicación clara de la independencia, palabra que en todo caso no llegó a pronunciar. «Están todas las opciones abiertas», dijo.
Es más, dejó meridianamente claro que el corsé constitucional no limitará sus opciones. «No hay ningún marco legal que pueda servir como elemento para anular la voluntad mayoritaria, pacífica y democrática; no en un Estado como este, otra cosa sería una dictadura y eso ya lo hemos sufrido una, dos, tres y muchas veces, pero ahora España no tiene un régimen autoritario».
El presidente de la Generalitat apeló así, con tono sereno, al sentimiento manifestado por miles de ciudadanos catalanes en las calles de Barcelona en la 'Diada Nacional de Catalunya'. Y con igual tono tranquilo trató de restar también dramatismo a una separación de España. «Tomemos la decisión que tomemos en los próximos días no hay que verlo en términos de ruptura -adujo-; eso suena a situarnos en el aislamiento total y nosotros actuaremos siempre dentro de un marco europeo y dentro del euro». «¿Qué significa de relación con España? Eso ya se verá», añadió.
El hecho de que Mas fuera capaz de argumentar sin aspavientos no quita, sin embargo, ni un grado de crudeza a la situación. Rajoy también obsequió al 'president' con un «trato exquisito», según el relato del gobernante catalán, y eso no significa que entre ambos no se produjera un encontronazo; ese temido «choque de trenes» del que se habla desde hace semanas. Fue imposible conocer la versión del jefe del Ejecutivo de su boca, porque la Moncloa se limitó a emitir un comunicado, pero todo fue un «¿De dónde vienes? Manzanas traigo».
El presidente del Gobierno trató de convencer a Mas de que «en la solución de la crisis económica está la solución de los problemas que ahora padecen todas las administraciones», también la de Cataluña. O sea, que ahora lo que cabe es remar juntos para salir de esta y no producir más «inestabilidad» con «determinadas iniciativas políticas» en un momento en que es fundamental ganar confianza frente a los mercados y frente a los socios europeos.
Mas -que alentó la gran manifestación de la Diada en un intento de armarse de fuerza para negociar con Rajoy y se vio desbordado por la euforia independentista- replicó que él ha calibrado bien sus actos y endosó al Gobierno cualquier turbulencia. «Soy de la tesis de que lo que hemos planteado no requiere ningún cambio constitucional sino un cambio de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas; en ningún lado de la Constitución dice que Cataluña no pueda tener una Hacienda propia, dice que debe haber una cuota de solidaridad».
Ni el Gobierno ni el principal partido de la oposición comparten esa tesis. Rajoy telefoneó a Rubalcaba tras la entrevista y le explicó lo ocurrido, pero ya el martes hablaron del asunto y ambos coincidieron en que el pacto fiscal no tiene cabida en la Carta Magna. Otra cosa es que el PSOE trate de marcar posición propia y matice que, en lo político, se puede mejorar el «encaje» de Cataluña en España «avanzando en la dirección de países y modelos federales como el de Alemania».
Sea como sea, el proceso soberanista que pueda emprender Cataluña no dará resultados inmediatos y, mientras, Mas tiene intención de seguir participando del juego institucional español y de sacarle todo el provecho que sea posible. Asistirá, según dijo, a la Conferencia de Presidentes convocada por Rajoy para el 2 de ocutbre, peleará por una mayor flexibilización en los objetivos del déficit y, por supuesto, recurrirá al Tesoro español para obtener la financiación que le niegan los mercados.