González y Aguirre en un acto del Gobierno de Madrid. :: R. C.
ESPAÑA

Rajoy aprovechará el fin del 'aguirrismo' para recuperar el control del PP de Madrid

El silencio de Cospedal sobre la confirmación de Ignacio González siembra dudas respecto al futuro del sucesor de la expresidenta

MADRID. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy quiere recuperar el último feudo díscolo dentro del reino del PP. El presidente del Gobierno ha encomendado a María Dolores de Cospedal que pilote el fin del 'aguirrismo' y, sobre todo, la transición en el liderazgo del PP de Madrid.

Esperanza Aguirre no se lo ha puesto fácil a la secretaria general de los populares. La ya expresidenta de la Comunidad de Madrid se adelantó anteayer a cualquier movimiento de la dirección del PP y presentó a Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid, como su sucesor natural. Fue una maniobra preventiva. A la vez que anunciaba su adiós, imponía a un relevo que no es, ni mucho menos, del agrado de Mariano Rajoy.

González realizó ayer un tour por todas las emisoras de radio para negar la mayor. «Es un pretendido conflicto que no existe», recalcó. El delfín de Aguirre, tras hablar ayer con Rajoy -el lunes no contestó sus llamadas-, transmitió que tenía el total aval del presidente del Gobierno a los tiempos marcados por la expresidenta de Madrid.

Sin embargo, tanto Soraya Sáenz de Santamaría como Alfonso Alonso, portavoz del grupo popular en el Congreso, eludieron confirmar en público que González sustituirá a Aguirre en el Gobierno regional o en el partido.

El último precedente en el PP de un cambio de este calado se produjo en Andalucía antes del verano. Javier Arenas dejó la presidencia del PP andaluz pero, a diferencia del caso madrileño, fue María Dolores de Cospedal quien señaló al alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, como el candidato de consenso más idóneo para sustituir a Arenas.

Aguirre se ha saltado la cadena de mando. Una jugada arriesgada que le puede salir bien, sobre todo por lo convulso del momento. Rajoy, absorbido por el rescate financiero, tiene que lidiar con la deriva nacionalista en el País Vasco y Cataluña. Además, el líder del PP se juega mucho en las elecciones autonómicas vascas y gallegas del 21 de octubre.

Si al final se cumple el guion previsto por la lideresa, González jurará su cargo como presidente de la Comunidad de Madrid antes del 2 de octubre, lo que le permitiría acudir a la decisiva Conferencia de Presidentes Autonómicos sin la coletilla de 'presidente en funciones'.

Más complicado se antoja la conquista de la presidencia del PP madrileño. En primer lugar, porque Aguirre no ha expresado aún formalmente su decisión de dejar el cargo. Confesó que no le gustan las bicefalias, es decir, que quiere que González tenga también el mando en el partido.

No todos en el partido tienen tanta prisa. La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, abogó por la convocatoria de un congreso extraordinario para que los representantes de la militancia puedan decidir con su voto. La otra opción, más rápida, sería la celebración de una junta directiva regional, máximo órgano del partido entre congresos, que tiene potestad para nombrar al presidente del partido.

Afecto del Rey

La dimisionaria, entretanto, siguió acumulando palabras de reconocimiento. El Rey, durante la apertura del Año Judicial, aludió a la marcha de Aguirre para recordar que «los políticos no son eternos, ni siquiera yo soy eterno». El Monarca, además, le envió un mensaje muy cariñoso: «La quiero mucho desde hace mucho tiempo».

Más allá de los problemas personales, entre los que destaca su cáncer de mama y una posible enfermedad de su esposo, o la escasa capacidad de decisión de la que gozaba en la dirección nacional del partido, existen otros motivos para que Aguirre haya dado este crucial paso. Francisco Granados, a quien Aguirre fulminó del Gobierno regional y de la secretaría general del PP el año pasado, cree que la expresidenta de Madrid ha querido dejar el cargo y «salir a hombros por la puerta grande». A juicio de Granados, los próximos meses serán duros porque «hay que hacer un montón de recortes más».