![](/cadiz/prensa/noticias/201209/17/fotos/5338686.jpg)
La furia en China acorrala a Japón
El régimen de Pekín incita las protestas y provoca una ola de violencia de difícil control por la disputa de las islas Diaoyu
SHANGHÁI. Actualizado: Guardar«Se admiten mascotas, pero no cerdos japoneses». El letrero, visto en un restaurante de Pekín, resume bien el sentimiento que ha llevado a miles de chinos a manifestarse frente a las legaciones diplomáticas de su vecino y a destrozar y saquear establecimientos de empresas niponas. Li Zhufang, sin embargo, prefiere relacionar a los ciudadanos del país del Sol Naciente con los perros, y por eso ayer se plantó frente al consulado del país del Sol Naciente con su perrito negro ataviado con una bandera nipona tachada con una X.
«Deberíamos declarar la guerra a los perros japoneses porque nos han robado parte del territorio y tenemos que evitar una humillación como la de guerras pasadas», aseguró. No obstante, desconoce las razones que esgrime China para reclamar la soberanía de los islotes -conocidos como Senkaku en Japón y Diaoyu en el gigante asiático- y dice no haber oído hablar de esas rocas hasta hace dos años. Tampoco sabe ubicarlas en un mapa.
Ayer, las protestas que se iniciaron el pasado martes, cuando Japón llevó a cabo la compra de tres islotes de las Diaoyu a la familia que los administraba, se extendieron a 72 ciudades. A pesar del imponente despliegue policial en la mayoría de ellas, los efectos de las manifestaciones fueron más que evidentes: coches y concesionarios destrozados, supermercados saqueados, y fábricas en llamas. Panasonic anunció que una de sus plantas de componentes en la ciudad de Qingdao fue incendiada, y un establecimiento de Toyota en la misma localidad corrió la misma suerte.
Por si fuese poco, en Chengdu, la principal urbe del centro de China, unos 2.000 manifestantes trataron de asaltar el consulado de Estados Unidos, asegurando que querían hacer oír su voz. En Shenzhen, al sur del país, los antidisturbios tuvieron que utilizar gas lacrimógeno y cañones de agua para dispersar a una multitud que había atacado un centro comercial japonés. El clima de tensión exacerbada ha obligado ya a la mayoría de empresas japonesas, o relacionadas con ese país, a tapar sus logotipos y mostrar patriotismo con gigantescas banderas chinas.
Cortina de humo
Los ataques sufridos llevaron ayer a las sedes diplomáticas de Japón a pedir a sus ciudadanos que no saliesen de sus casas. En Shanghái, la ciudad que cuenta con la comunidad nipona más nutrida -unas 56.000 personas-, el consulado advirtió a sus residentes registrados sobre el peligro de caminar por el barrio de Hongqiao y, sobre todo, por los aledaños de la legación. «Urjo al Gobierno chino a que proteja a los ciudadanos y las empresas japonesas», dijo el primer ministro japonés, Yoshihiko Noda.
Aunque desde la cúpula de Pekín se ha pedido que los manifestantes se comporten de forma «razonable», el régimen alienta las protestas. «Son una reacción razonable y natural ante la provocación japonesa», justificó la agencia oficial de noticias Xinhua. En un país en el que cualquier manifestación contra el Gobierno es sofocada sin piedad, resulta sospechoso que tanta gente acceda a las inmediaciones de la Embajada. Y es que la disputa por las islas resta atención a los escándalos políticos que afligen a la cúpula del poder chino en vísperas de su esperado relevo.
De hecho, el sábado se vieron voluntarios ataviados con un brazalete rojo dirigiendo a los manifestantes hacia la sede japonesa, que ayer incluso arrió su enseña. Y en Weibo, el Twitter chino, aparecieron mensajes en los que se ofrecían 20 yuanes (2,5 euros) y comida a quienes acudiesen a la marcha. Aunque nunca se lanzaron desde cuentas gubernamentales.
En Shanghái, ayer la Policía también mantuvo siempre una actitud meramente contemplativa y permitió que los manifestantes traspasasen el perímetro de seguridad establecido alrededor del consulado japonés. A los periodistas extranjeros, incluido el de este periódico, se les bloqueó el paso. Se espera que las protestas se intensifiquen mañana, coincidiendo con el 81 aniversario del 'incidente de Mukden', que provocó la invasión japonesa de Manchuria.