CONTRA VIENTO Y MAREA
Actualizado: GuardarLa táctica seguida por el Gobierno para afrontar el espinoso asunto del llamado rescate europeo me parece inteligente, además de valiente. Una vez que Rajoy se ha comprometido y, por esta vez parece decidido, a cumplir con los objetivos del déficit, contra viento y marea, no hay más remedio que acometer un programa de recortes y otro de reformas. El primero, para reducir el déficit por la vía de los gastos; y, el segundo, unido a la subida de impuestos para atacar la vía de los ingresos. Los recortes se enfrentan al comprensible, pero abrumador, acoso social y a la tan fácil como inútil contestación política. Los recortes chocan de frente contra la falta de actividad. Luis de Guindos ha conseguido, y es justo reconocérselo, mucho dinero de Europa. Bueno, hasta ahora, ha conseguido la promesa de obtener mucho dinero en Europa. Para poder tocarlo con los dedos tiene que cumplir una serie de duras condiciones que a nadie gustan, pero que a nadie pueden extrañar. Aquí, como sucede en toda tierra de garbanzos, el que presta exige y determina lo que exige.
El Gobierno anuncia el plan de reformas y de recortes (solo si fuesen necesarios), pero asegura que no ha recibido exigencias desde Bruselas. No resulta fácil de creer; pero si lo hace así se ahorra una bronca y eso es lo que me parece inteligente. Plantear el programa como iniciativa suya voluntaria será criticado por ideología o por conveniencia; pero, si lo hiciera por simple imposición europea, recibiría por añadidura las críticas a su indolencia y falta de ideas; a su docilidad exterior y a su abolladura a la soberanía del país. Eso que se ahorra.
De momento ayer se lanzó a la, tan esperada como temida, reforma tarifaria. Habrá que estudiarla con detenimiento, pero, al menos, hay un plan para acabar con el edema energético. Da la impresión de que el peso del esfuerzo recaerá sobre el proveedor, con mucha mayor fuerza que sobre el consumidor. Disfrazar costes nunca es bueno y penalizar la producción de un bien tan necesario, tampoco lo es. Pero, es cierto que, o terminábamos con el déficit tarifario, o este asunto acababa con el sector. Ya veremos cómo queda el juego de las sumas y las restas.