Un líder de Al-Qaida propone una tregua
Informes clasificados apuntan a que George W. Bush ignoró los informes de la CIA sobre un ataque inminente
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarOnce años después de que los atentados del 11-S cambiaran el mundo, EE UU ha empezado a darle el tono sobrio que requiere el duelo con el paso del tiempo. Ayer no hubo políticos en la Zona Cero, solo los familiares de las 2.753 víctimas que murieron en ese escenario. En la Casa Blanca se celebró un homenaje silencioso. En el Pentágono, el presidente depositó una corona de flores y solo se sucedieron los discursos políticos en el Congreso, donde pudo más la nostalgia de la unidad perdida. El tiempo también ha sacado a relucir los secretos de Estado que enterró el Gobierno de George W. Bush, al que la CIA alertó con insistencia de lo que se avecinaba.
La bomba de este 11-S no la pusieron los terroristas de Al-Qaida, sino una columna de opinión de 'The New York Times'. En ella Kurt Eichenwald -editor de 'Vanity Fair', exreportero del diario y autor del libro '500 días: Secretos y Mentiras de la Guerra Contra el Terror'- asegura haber leído muchos extractos de los informes de inteligencia aún clasificados que recibió ese verano el propio Bush. En ellos se advertía con insistencia de las intenciones de Al-Qaida de perpetrar un atentado en suelo estadounidense «de forma inminente».
El Gobierno de Bush solo ha desclasificado uno de los informes que solicitó la Comisión del 11-S. Bajo el título 'Bin Laden decidido a atacar en Estados Unidos' se exponía de forma genérica la historia de Al-Qaida, como destacó la Casa Blanca, pero según Eichenwald ese informe del 6 de agosto es el menos dañino de todos. En conjunto con los que cita desde principios de mayo revelaría que el presidente Bush ignoró repetidamente las advertencias de la CIA, que no pudo apuntar la fecha o los métodos porque el FBI no compartió los datos que fue obteniendo sobre los terroristas.
Según las fuentes de Eichenwald, los 'halcones' de Bush le convencieron de que se trataba de una «fanfarronada» de Bin Laden porque desde que llegaron al Gobierno tenían la vista puesta en Sadam Hussein y no querían distracciones. «Los líderes neoconservadores que acababan de asumir el poder en el Pentágono convencieron a la Casa Blanca de que la CIA había sido engañada, que Bin Laden solo pretendía planear un ataque para distraer la atención del gobierno sobre Sadam Hussein, a quienes los neoconservadores veían como una amenaza mayor», escribió ayer el periodista. «Los oficiales de Inteligencia protestaron ante la idea de que un fundamentalista islámico como Bin Laden conspirase con un líder secular iraquí como Hussein, algo que les parecía ridículo, pero con todo las sospechas de los neoconservadores fueron las que prevalecieron».
El espíritu del 11-S puede haberse perdido, pero las heridas del país todavía están demasiado recientes como para apuntar con el dedo acusador a los gobernantes a los que algunos alaban por haber impedido que los terroristas vuelvan a atacar en casa. Nadie espera que ese código de lealtad se pierda en campaña electoral, pero muchos confían en que el Congreso tome nota y demande la desclasificación de esos documentos que permitirían poner la responsabilidad de los ataques en el propio presidente Bush, el gran ausente de la recién terminada Convención del Partido Republicano en Tampa.
«Integridad, honor y valor»
Jeb Bush, indignado con las acusaciones veladas que han hecho de su hermano menor una 'persona non grata', se saltó el guión para «sacarse algo» que dijo llevar clavado en el pecho. «Mi hermano es un hombre de integridad, honor y valor que nos mantuvo a salvo en tiempos increíblemente difíciles. Así que, señor presidente, ¡deje de echarle la culpa a su antecesor por sus fallidas políticas económicas! A usted le repartieron una mala mano pero sus políticas no han funcionado».
Obama fue el primero que ayer no quiso entrar en disputa alguna y tanto él como su rival Mitt Romney decidieron retirar por un día los anuncios negativos de la campaña. En el Pentágono el presidente aseguró que «cuando los libros de historia se hayan escrito, el verdadero legado del 11-S no será de miedo y división sino de un mundo más seguro, una nación más fuerte y un pueblo más unido que nunca». Palabras que todavía tienen que hacerse buenas, once años después.
El hermano del actual líder de Al-Qaida, Ayman al-Zawahiri, propuso ayer negociar un plan de paz entre la organización terrorista y las potencias occidentales, según desveló ayer en una entrevista concedida a la cadena estadounidense CNN. En la misma, Mohamed al-Zawahiri -que permaneció encarcelado durante catorce años por su presunta participación en el asesinato del expresidente egipcio Anwar Sadart- se propone como mediador y afirma que ambas partes tendrán que hacer importantes concesiones.
«Alguna gente ama la muerte, igual que otros aman la vida, pero no queremos estar en este círculo de violencia sin fin para siempre, queremos que nosotros y otros vivamos en paz», afirmó el terrorista, quien destacó que solo habla «como un mediador del movimiento islámico (en referencia a Al-Qaida). No represento a un determinado grupo».
En su propuesta, Mohamed al-Zawahiri ofrece una tregua de diez años siempre y cuando las potencias occidentales dejen de «intervenir» en países musulmanes, que EE UU deje de «interferir en la educación islámica» y que se ponga en libertad a los presos islamistas.