NI DECEPCIÓN NI ÉXTASIS
Actualizado: GuardarLos acontecimientos sucedidos ayer y las decisiones adoptadas por el Banco Central Europeo nos dejaron bien lejos de la decepción, aunque no logramos alcanzar el éxtasis. Por primera vez en mucho tiempo, sin duda demasiado tiempo, las autoridades europeas abandonaron las declaraciones obvias y bienintencionadas pero vacías e inútiles y adoptaron compromisos concretos y tangibles. Por fin, el BCE va a comprar ilimitadamente deuda en el mercado secundario, con la sonora oposición del Bundesbank. Este hizo una jugada perfecta. Si la solución planteada sale bien, podrá decir que es gracias a su generosidad y, si sale mal, que ya lo había avisado.
La compra de deuda no es el óptimo para nosotros, pues pienso que la 'mutualización' de las garantías a través de los eurobonos hubiese sido mucho más eficaz para rebajar la prima de riesgo. Pero es fácil de entender que este óptimo se encuentra fuera del perímetro que delimita lo aceptable para Alemania. En cualquier caso, la compra de deuda en plazos cortos y medios es una buena noticia que ayer mismo empezó a rendir frutos, con una subida importante de la Bolsa y un abaratamiento singular de la deuda.
Como siempre ocurre, nos faltan por conocer algunos puntos relevantes para nosotros, como es la decisión final que adoptará el Gobierno en cuanto a la petición del rescate y el espinoso tema de las contrapartidas exigidas por Europa. Merkel y Rajoy aseguraron ayer que no hablaron de ello, pero, si tienen que apostar, háganlo porque tal cosa no es cierta. En mi opinión, una vez pasado el sofoco inicial y perdida la virginidad con las ayudas al sector bancario, pediría el rescate total y sin disimulo. Con la fórmula menos humillante que se encuentre y tras haber pactado su reacción con Rubalcaba.
Y, luego, aceptaría condiciones cuantitativas y globales, además de factibles: unos límites de endeudamiento y unos plazos para reducir el déficit, reservándome su concreción y el establecimiento de las prioridades para la acción soberana del Gobierno. Es decir, admitiría que me impusieran el cuánto tengo que ahorrar -de hecho ese compromiso está en el frontal del edificio del euro-, pero no el dónde. Porque la única alternativa a ello sería mandarle a Bruselas al portavoz del Govern catalán para que pida el dinero y espere a que se lo den para escupirles a la cara. Si este hombre actúa así cuando pide, no quiero ni pensar que hará cuando dé.