España aguarda la fórmula mágica de Draghi
Se espera que el BCE ponga en marcha una compra ilimitada de bonos a tres años y que renuncie a ser acreedor preferente
BRUSELAS. Actualizado: GuardarA finales de julio, en plena tempestad en los mercados que amenazó con engullir a España, Mario Draghi se consagró como el gran domador de la prima de riesgo. El presidente del BCE juró entonces que haría «todo lo necesario para preservar el euro». «Y, créanme, eso será suficiente», apostilló con una seguridad desconocida. Sus palabras se convirtieron de inmediato en una especie de fórmula mágica que apartó al Gobierno español del abismo del rescate total. Hoy, el exgobernador del Banco de Italia vuelve al centro del escenario con las expectativas por las nubes. Se espera que desgrane su plan definitivo para reactivar la compra de deuda, una pieza esencial para garantizar la tranquilidad en los parqués.
Draghi comparecerá en la sede del banco central en Fráncfort tras discutir su estrategia con los miembros del consejo de gobierno de la entidad. El Bundesbank alemán ha protestado airadamente en las últimas semanas, pero se da por hecho que el responsable italiano sacará adelante su propuesta. El antiguo emisor del marco se ha quedado solo en su negativa a intervenir en los mercados. Hasta el Gobierno de Angela Merkel apoya tácitamente la compra de deuda española e italiana, aunque quiere que estas operaciones no desborden los estatutos del BCE. Las líneas rojas serían no financiar directamente a los países y mantener a raya la inflación.
Con el terreno acotado desde Berlín, el jefe del eurobanco deberá hacer equilibrios en su intento por retomar el control de la prima de riesgo española e italiana. Ayer se especulaba con que apostará por la puesta en marcha de un programa ilimitado de compra de bonos de ambos países. En principio, las adquisiciones se ceñirían a los títulos con un horizonte máximo de tres años. Para evitar que la impresión del dinero necesario genere inflación, la entidad retirará de los mercados la cantidad equivalente a las operaciones realizadas. En un guiño dirigido a infundir más confianza a los inversores privados, el BCE también renunciará a ser acreedor preferente en caso de un hipotético impago.
Aunque las expectativas se han disparado, los analistas tampoco descartan que Draghi pueda decepcionar con un discurso vago y contemporizador. Con la prima de riesgo española por debajo de los 500 puntos gracias al influjo de las decisiones previstas hoy, un posible fiasco podría provocar una estampida de los inversores internacionales, que acumulan 900.000 millones en deuda de España e Italia. El jefe del BCE es consciente de que la zona euro tiene por delante muchas citas cruciales, entre ellas la resolución del próximo miércoles del Constitucional alemán sobre el fondo de rescate permanente. Según sus tesis, este mecanismo debería participar también en la compra de bonos para que todos los socios compartan el peso de las operaciones.
La implicación del fondo de rescate obligaría a España a solicitar un segundo salvavidas a sus socios. Ante este escenario, que el Gobierno de Mariano Rajoy no ha descartado, se abriría una negociación para fijar condiciones macroeconómicas. Como el Ejecutivo ya sigue las directrices de Bruselas en materia de austeridad, se cree que no se añadirían más exigencias, pero la decisión final quedaría en manos del Eurogrupo. Draghi ya ha dejado claro que un programa conjunto de la UE y el BCE para comprar deuda debería acarrear unos requisitos «estrictos». De este modo, el responsable italiano quiere evitar cualquier tipo de relajación con los ajustes y reformas si se diluye la presión de los mercados.
Los líderes europeos, que han iniciado el curso con un sinfín de cumbres y encuentros, no han puesto el foco todavía en las condiciones que se le podría exigir a España a cambio de su tranquilidad. Sus intervenciones están mucho más centradas en asegurarse de que el BCE se involucra en el esfuerzo por apuntalar la estabilidad. El presidente de la UE, Herman Van Rompuy, respaldó ayer la intervención del eurobanco porque los intereses exigidos a Madrid y Roma «no se justifican con sus fundamentos económicos».
«Casa a medio hacer»
El responsable comunitario elogió los esfuerzos de Rajoy para «flexibilizar» el mercado laboral y destacó que Europa ha comprendido definitivamente el carácter «sistémico» de la crisis. «Todos los líderes reconocen que esta situación no solo es la suma de una serie de problemas individuales, sino también de las deficiencias de la Unión Monetaria», proclamó convencido de que en los próximos meses «se terminará la casa a medio hacer». Los socios ultiman la creación de un supervisor bancario común y trabajan en un ambicioso impulso a la integración del bloque.
Van Rompuy, que cerrará esta semana con escalas en las principales capitales europeas, se reunió ayer con François Hollande en el Elíseo. Tras el encuentro, el presidente francés insistió en la necesidad de que el BCE salga en defensa de los socios más castigados. A su juicio, en la cumbre de la UE de octubre deben tejerse soluciones «duraderas» para restañar de una vez por todas la confianza en el euro.