Romney busca a los desencantados de Obama
El candidato conservador visita Luisiana para acallar los rumores sobre su insensibilidad ante las inundaciones
TAMPA. Actualizado: GuardarNo hay nada más vulnerable que un corazón roto. El amor traicionado, las expectativas incumplidas, la sensación de haberse enamorado de quien no se lo merecía. Mitt Romney se dirigió el jueves por la noche a todos esos que lloraron de emoción hace casi cuatro años cuando Barack Obama ganó las elecciones y hoy se encuentran chupando un palo sentados sobre una calabaza. El recién coronado candidato del Partido Republicano busca hacer leña con tanto desencanto para que Obama arda en las urnas el 6 de noviembre y él pueda reemplazarle en la Casa Blanca.
«¿Cuántos de vosotros os despertasteis ese día de hace cuatro años pensando que había ocurrido algo especial en Estados Unidos? La Esperanza y el Cambio tienen un gancho muy profundo. Pero hoy os hago una simple pregunta: Si os sentisteis tan entusiasmados cuando votasteis por Barack Obama, ¿no deberíais sentiros aún más entusiasmados ahora que es el presidente Obama? Uno sabe que algo va mal con el trabajo que está haciendo como presidente cuando el mejor sentimiento que has tenido fue el día en que votaste por él».
Al otro lado de las pantallas millones de estadounidenses le escuchaban con el corazón encogido, aunque seguramente menos de los que esperaba. No porque el mensaje no fuera efectivo, sino porque la audiencia televisiva de las convenciones políticas ha bajado este año significativamente. La decepción no es solo con Obama, sino con toda la clase política cuya ambición y necias disputas ha paralizado el país.
Según Nielsen, sin los datos de la última noche, las principales nueve cadenas de televisión han perdido este año 17 millones de espectadores en comparación con la anterior convención republicana de 2008. El discurso del candidato a vicepresidente Paul Ryan lo vieron 21,9 millones de personas, muy lejos de los más de 40 millones que hace cuatro años conectaron para ver a Sarah Palin. Paradójicamente, el discurso de Ann Romney, con 22,3 millones de espectadores, batió al del joven congresista elegido como segundo de a bordo. Eso demuestra que las mujeres siguen siendo las votantes más fieles con las que pueden contar los políticos, aunque para captar su atención haya que hablarles de amor en vez de déficit fiscal.
Su marido tomó nota de la fórmula. Cuando Romney subió al escenario para leer con tono de emoción el discurso cuidadosamente tejido del que no se saltó ni una coma, su misión era reducir los 20 puntos de déficit femenino que tiene con respecto a Obama. Las encuestas demuestran que el presidente sigue cayendo mucho mejor que él, por eso los estrategas republicanos decidieron que no sería productivo combatir esa simpatía. Se encargó de dejarlo claro Marco Rubio, el senador cubanoamericano que le presentó con frases intercaladas en español. «Nuestro problema con Obama no es que sea una mala persona, que no lo es. Nuestro problema es que es un mal presidente».
Economía y amor
No se trataba de ofender a los corazones rotos que todavía alberguen sentimientos por ese hombre alto y apuesto que les cautivó con sus dotes oratorias. Solo de mostrarles un nuevo amor. Romney les refirió al de sus padres, cuyo ejemplo dice haber guiado su vida. «Mi madre y mi padre estuvieron casados durante 64 años. Si os preguntáis cuál fue su secreto, preguntad en la floristería local, porque cada día mi padre le compraba una rosa que le ponía en su mesa de noche. Así descubrió mi madre que él había muerto. Esa mañana no había rosa».
En un partido que busca prohibir el aborto, suprimir la financiación de anticonceptivos y redefinir las violaciones, el primer candidato mormón a la presidencia necesitaba algo más que hablar de flores. «Mi padre y mi madre eran verdaderos compañeros. Cuando ella se presentó al Senado él la apoyó en cada paso. Todavía puedo oírla decir, con su hermosa voz, '¿por qué las mujeres iban a tener menos que decir que los hombres en las grandes decisiones de nuestra nación?'».
Con todo, los conservadores este año no quieren hablar de moral ni de mujeres, sino de economía, el punto más débil de Obama, después del desencanto. En su gran presentación al país, Romney vendió el viernes sus credenciales de hombre de negocios con la promesa de gestionar bien los recursos para crear 12 millones de puestos de trabajo, lograr que el país sea energéticamente independiente para el 2020 y equilibrar los presupuestos.
Su fórmula es la de reducir las cargas fiscales de los empresarios para que éstos reduzcan las del gobierno. Desde la sanidad hasta las becas educativas quedarían en manos privadas. Organismos tan odiados por la ultraderecha como la Agencia de Protección Medioambiental perderían garra, dejando el paso libre a la ambición de las corporaciones. Mano dura en el mundo, con un ejército «tan poderoso que nadie se atreva nunca a ponerlo a prueba» y apoyo incondicional a Israel completan el programa de gobierno que describió escuetamente.
«A la mayoría de los estadounidenses que ahora piensan que el futuro no será mejor que el pasado, os garantizo una cosa: Si Barack Obama es reelegido, estaréis en lo cierto».