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Clint Eastwood roba el protagonismo con una intervención surrealista

TAMPA. Actualizado: Guardar
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La escena no podía ser más surrealista. De hecho, cuando la prensa pidió reacciones al extraño número de Clint Eastwood burlándose del presidente en una silla vacía, la respuesta de Ben LaBolt, portavoz de la campaña de reelección de Barack Obama, se produjo en los mismos términos de estupefacción que el resto del país. «Refiero todas las preguntas de este tema a Dalí».

El maestro del surrealismo tiene un museo al otro lado de Tampa, pero el jueves estuvo más presente que nunca en la ciudad de Florida donde los republicanos coronaron a su candidato Mitt Romney. Eastwood fue la estrella sorpresa de la convención del partido conservador, que tradicionalmente carece de glamour. Chuck Norris y el ya fallecido Charlton Heston son de los pocos actores de primera fila que han apoyado al partido de Reagan y Bush.

El mito de los spaghetti western salió al escenario hablando solo, con los pelos a Harold Lloyd. «Ya sé lo que estáis pensando, ¿qué hace un cineasta ahí? ¡Si todos son más rojos que Lenin!», se preguntó el actor. «Pues hay un montón de conservadores y moderados en Hollywood, creedme, están ahí».

En su monólogo con un imaginario Obama, Eastwood hizo sangre de las lágrimas que había desatado la elección del primer presidente negro hace cuatro años y le atacó por haber tenido la «estúpida idea» de cerrar Guantánamo e intentar juzgar a los terroristas en Nueva York. Varias veces fingió que el presidente le mandaba a callar y se revolvió diciendo que no lo haría, como tampoco podía «decirle eso a Romney, no puede hacérselo a sí mismo», dijo en aparente repuesta a un 'Dile a Romney que se joda'. Cuando pidió que se le despida por no haber hecho su trabajo, hizo un gesto con el dedo de cortarle el cuello.

Ann Romney ponía cara de pócker ante el número de mal gusto que explotó en Internet y robó la atención que se buscaba para la coronación de su marido. Muchos pensaron que Eastwood ha perdido la cabeza. El actor, que tiene siete hijos de cinco mujeres aunque solo se haya casado con dos, es más libertario que republicano, apoya el aborto, los matrimonios gays e hizo un anuncio para la final de la Superbowl pidiendo el resurgimiento de la industria automovilística que rescató Obama.

Nada que ver con la agenda conservadora. Tampoco parece conocerla. El jueves criticó a Obama por no sacar a las tropas de Afganistán «mañana», como según él sugirió Romney, ignorando que el político que en realidad apoya reforzar esa guerra lo había dicho de forma sarcástica.