Roman Abramóvich y Boris Berezovsky al llegar ayer al Tribunal Comercial de Londres. :: WINNING / REUTERS
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Abramóvich gana su batalla judicial

El Tribunal Comercial de Londres rechaza la reclamación de 4.000 millones de euros del oligarca ruso Berzovsky al dueño del Chelsea

LONDRES. Actualizado: Guardar
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El millonario ruso Roman Abramóvich ganó ayer la partida a su compatriota Boris Berezovsky en un explosivo pleito comercial que sacó a relucir las turbias transacciones comerciales e intereses políticos en los inicios de la era post-soviética, en los años 90. Ambos oligarcas se enfrentaron en el Tribunal Comercial de Londres, que aceptó la demanda de chantaje, falsas promesas e incumplimiento de contrato interpuesta por Berezovsky contra el propietario del club de fútbol Chelsea.

Aliados en los años 90, cuando Rusia comenzó a privatizar las joyas empresariales y recursos energéticos del país, los viejos amigos se tornaron enemigos durante el primer mandato presidencial de Vladímir Putin. El ambiente político se volvió en contra de Berezovsky, que emigró a Inglaterra en 2000 y tres años después el Gobierno de Londres le concedió asilo político. El Kremlin aún reclama a Reino Unido la extradición, por fraude y corrupción política, del más feroz de los críticos de Putin en el extranjero.

Berezovsky acudió al tribunal de Londres en busca de una indemnización de 3.200 millones de libras (cerca de 4.000 millones de euros) pero solo obtuvo un severo varapalo. El caso entre dos litigantes particulares más caro en la historia de la Justicia británica, según los expertos, se redujo a una simple cuestión de honestidad.

«La corte ha de decidir si cree al señor Berezovsky o al señor Abramóvich», resumió ayer la jueza Elizabeth Gloster. Y el pulso lo ganó el patrón del Chelsea con honores a sus 45 años. «Fue un testigo honesto y fiable», dijo la magistrada al emitir su fallo. Gloster, en cambio, aseguró en su resolución que Berezovsky, de 65 años, fue un testigo intrínsecamente cuestionable, que «considera la verdad como un concepto transitorio y flexible que él adapta a sus intereses actuales».

Berezovsky anticipaba un resultado favorable y su frustración fue notable. Acusó de inmediato a la magistrada de «reescribir la historia de Rusia» y, ante las preguntas de la prensa, dijo tener la impresión de que fue el presidente Putin quien dictó la sentencia.

«Padrino político»

Abramóvich se ausentó de la sala pero transmitió su satisfacción a través de sus abogados. «Muy serias alegaciones, incluidos ataques a la honestidad e integridad de nuestro cliente, se han rechazado firmemente», explicaron en un comunicado. El equipo de letrados lo dirigió inicialmente Jonathan Sumption, actual miembro del Supremo.

No se descarta un recurso de apelación, que dispararía los costes del proceso por encima de los 180 millones de euros. En su reclamación de indemnización, Berezovsky alega que su viejo amigo le engañó y le forzó a vender a la baja unas acciones de Sibneft, la petrolera que él mismo controla.

El demandado, por su parte, cuestiona que ambos fueran socios aunque reconoce que le utilizó como «padrino político» durante la presidencia de Boris Yeltsin. La mayoría de los tratos se sellaron sin dejar constancia en documentos firmados de modo que la memoria y la palabra de cada parte fueron la base de la resolución.