El gobernador de Nueva Jersey Chris Christie habla en la Convención. :: STAN HONDA / AFP
MUNDO

Paul Ryan aprovecha su momento

El candidato a vicepresidente republicano propone en la Convención políticas para que EE UU no sea Europa

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En el argot republicano hay palabras clave que desatan alarmas entre determinados sectores. Para los hispanos, 'ilegal' suele delatar a extremistas como el sheriff Arpaio, que ayer se paseaba por la Convención presumiendo de la cárcel campamento de Phoenix (Arizona) en la que encierra a los indocumentados. Para los afroamericanos, 'dependencia', con la que los republicanos se refieren a las ayudas sociales que mantienen a los «vagos». Y para la cúpula del partido que aspira a sustituir a Obama en la Casa Blanca, 'Europa', sinónimo del estado de despilfarro social que ha quebrado a países como España o Grecia.

El ideólogo de la filosofía económica de recortes con la que se pretende desmantelar las ayudas sociales que existen en EE UU para atacar el déficit es Paul Ryan, el congresista que Mitt Romney ha elegido como vicepresidente. La Biblia de Ryan es el libro del economista John Galt 'Atlas Shrugged', que defiende el individualismo del hombre hecho a sí mismo que no necesita ayuda del gobierno y desprecia a los que «reciben más de lo que se procuran a sí mismos». Para Ryan el «socialismo europeo que redistribuye las riquezas» es una reminiscencia del marxismo soviético que entorpece el espíritu emprendedor.

A sus 42 años el nuevo candidato a vicepresidente tuvo ayer la mejor oportunidad de sus 18 años de carrera para exponer las ideas de austeridad que le obsesionan desde su juventud. Un enorme marcador digital instalado junto al escenario de la convención da cuenta esta semana del incesante aumento de la deuda pública.

La elección de Ryan fue a la vez cobarde y arriesgada para Romney. Cobarde, porque suponía plegarse a la tiranía de la ultraderecha que le ha acusado de moderado, eligiendo a un compañero de viaje adorado por el movimiento del Tea Party que propone retirar las ayudas sociales a los pobres, desmantelar los programas públicos, reforzar el dominio de los mercados y rebajar los impuestos a los ricos. Arriesgada, porque su llamada Hoja de Ruta para el Futuro de EE UU le aleja de los jubilados que perderían el programa de sanidad pública llamado Medicare, del que dependen tantos ancianos a una edad en que la fragilidad de la salud siempre está presente. Los jubilados son, por el tiempo que tienen en las manos, los votantes más fieles, claves en Estados como Florida, por donde pasa la conquista de la Casa Blanca.

Barack Obama se llevó en 2008 este Estado de clima suave y bajos impuestos donde los republicanos cierran hoy su Convención, convencidos de que esta vez lo tienen al alcance. Ryan también se alejaría de otro grupo de votantes codiciados, el de las mujeres, con sus propuestas para eliminar las subvenciones públicas a las organizaciones de planificación familiar que ofrecen abortos y su requisito de «violaciones forzosas» para permitir la financiación de estos, como si pudiera haber violaciones voluntarias. A cambio trae a la papeleta de Romney un brote de juventud y energía que falta al partido conservador, además de peso específico en dos Estados bisagra en juego en estas elecciones: el suyo natal de Wisconsin y Colorado, donde pasa las vacaciones.

Leal asesora

A su antieuropeísmo se sumó ayer el «excepcionalismo americano» que defendió poco antes en ese mismo escenario la exsecretaria de Estado Condoleezza Rice, que acaba de entrar de lleno en la campaña. La leal asesora de George W. Bush que se especializó en asuntos soviéticos está marcada por la competitividad de la Guerra Fría y añora «el liderazgo» de su país en el mundo. En su opinión, la política exterior de Obama «ha anulado» la voz de su país en las esferas internacionales, dejando al mundo en un estado de caos «peligroso para la seguridad».

«Mitt Romney entenderá el excepcionalismo americano y no tendrá miedo a liderar delante del pelotón», aseguró. Se refiere a la idea patriota de que EE UU es, por naturaleza, el país más grande y poderoso sobre la faz de la tierra, lo que le da la obligación y responsabilidad de ser el policía del mundo y dictar la política internacional. Por eso el plan de Ryan puede ser eminentemente austero en temas tan poco compasivos como las ayudas de beneficencia que reciben las madres pobres para leche en polvo, pero no recorta ni un centavo del gasto militar, sino que incluso promete reforzarlo.

A Ryan lo presentó ayer en el escenario otra favorita del movimiento del Tea Party, la primera gobernadora hispana de Nuevo México, Susana Martínez, que tiene todavía menos miramientos con los pobres del otro lado de la frontera.