Un hombre carga el cuerpo de su hermano, asesinado en Alepo. :: AFP
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El-Asad prepara a sus aliados para una larga guerra en Siria

El presidente promete en televisión que los rebeldes «no lograrán sembrar el terror» y asegura que el futuro lo decidirá su pueblo

DAMASCO. Actualizado: Guardar
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«Avanzamos, la situación en el terreno es mejor pero todavía no hemos ganado. Esto necesita todavía tiempo», fue el mensaje central que Bashar el-Asad lanzó a los suyos durante la entrevista concedida al canal sirio 'Addounia'. Desde el estallido de la crisis, el presidente no se prodiga demasiado en público, especialmente tras el atentado del 18 de julio que costó la vida a la cúpula de seguridad del régimen en pleno centro de Damasco, incluido el número dos y cuñado suyo, Assef Shaukat.

Ese fue el punto de inflexión, el día en que estalló la gran batalla por Damasco y en el que el dirigente decidió mantenerse a la sombra. Un mes más tarde apareció ante las cámaras durante la tradicional oración que marca el final del mes sagrado del Ramadán y ayer se sentó frente al periodista Nizar al-Farra, uno de los rostros más famosos y natural de Idleb, provincia en manos del Ejército Libre Sirio, para evaluar la situación actual del país.

Los ciudadanos de la capital siguieron la entrevista ofrecida en diferido a las nueve de la noche, una hora menos en España, entre el sonido de los cañonazos de la artillería que castigaba los barrios del este. En el hostal donde se aloja este enviado especial familias llegadas del barrio de Yobar ocuparon todas las habitaciones, llegaron huyendo de los bombardeos que, como siempre, se intensificaron al caer la tarde. Los desplazados con algo de dinero son los únicos clientes que quedan en los hoteles de Damasco, otros optan por casas de familiares o directamente van a escuelas y mezquitas donde reciben la ayuda de la Media Luna Roja.

Tras diecisiete meses de revuelta el presidente tuvo palabras de especial aprecio para las fuerzas armadas, que están sufriendo un tremendo desgaste, por su «comportamiento heroico» y quitó importancia a deserciones como la del primer ministro, Riad Hiyab, y otros altos cargos que calificó como «positivas para el país porque suponen un acto de auto limpieza para las instituciones».

«Errores cometidos»

Pese a los rumores sobre su presunta huida a Latakia para refugiarse en el bastión alauí del país, El-Asad recalcó que se encontraba «en Damasco, en el palacio presidencial». Un marco incomparable desde el que se domina una capital que tras unos primeros meses siguiendo los choques solo por televisión, se ha convertido junto con Alepo en el principal campo de batalla.

El presidente se mostró positivo, pero no rehuyó la autocrítica y aseguró que «pese a los muchos errores cometidos, hay un vínculo estrecho entre la política de estado y el pueblo». El-Asad compartió el sentimiento de «preocupación» de la población por esta guerra «regional e internacional», pero quiso dejar muy claro a los ciudadanos que «los rebeldes no lograrán sembrar el terror». «El futuro está en manos de los sirios, no en las de otros», reiteró. Un mensaje directo a los esfuerzos por parte de Occidente de crear un gobierno en el exilio basado en el opositor Consejo Nacional Sirio, un órgano desconocido para la mayoría de los ciudadanos.

Los recién llegados de Yobar no tienen tiempo para la entrevista. Desde abuelos a nietos ocupan habitación tras habitación y se asoman a las ventanas cada vez que una explosión suena en la noche de Damasco. «Al menos aquí sabemos que no nos caerá a nosotros encima», comenta un anciano que no puede creer la diferencia entre su barrio y el centro de la ciudad, donde los restaurantes y bares abren hasta altas horas y los taxis circulan con aparente normalidad, aunque intentando burlar los puestos de control para que las carreras no se eternicen.