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Marcha, marcha

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Aunque siempre es más heroico -o más romántico, como quieran- ponerse del lado de los perdedores que de los que siempre ganan la partida, cuesta encontrarle el punto a Sánchez Gordillo y su pandilla, por mucho que la imagen del bandolero altruista y generoso, el «guapo» de los romances de ciego que robaba a los ricos para dar de comer a los pobres esté inscrita en nuestra memoria sentimental con letras doradas. Y cuesta porque aún no estamos preparados para ese viaje en el tiempo que llevo tanto tiempo anunciándoles. A la marcha obrera del SAT le falta gracia y le sobra impostura, o lo que es lo mismo, resulta anacrónica, antigua. Hay veces en las que, sin faltarnos la razón, nos pierden las formas y las formas elegidas por el Sindicato Andaluz de Trabajadores pertenecen a un pasado al que cada vez cuesta más vértigo asomarse. Un pasado que ellos mismos llevan como bandera y que enarbolan cuando hablan de «gestapo» o de «franquismo puro» o cuando arengan consignas trasnochadas del tipo «compañeros, que nos detengan es un premio para los trabajadores». Es ahí donde se equivocan. Bueno, ahí y en esa obsesión mediática que nos envuelve a todos, porque hacer una rueda de prensa y hablar de «sorpresas» -ya saben, bancos o supermercados- es algo demasiado pueril, demasiado previsible, demasiado mamarracho, demasiado bajuno para una causa tan alta como la que reclaman.

A mí me gustaría estar de acuerdo con ellos, qué le voy a hacer, y unirme a quienes pasean su desdicha, aunque sea por aquello de cuando las barbas del vecino veas pelar, porque en el fondo, insisto, a todos nos gustan más los perdedores que los que siempre ganan la partida. Pero en esta partida hay demasiados jugadores y no todos tenemos las cartas marcadas. Hay quienes todavía confiamos en que el reparto sea justo y el juego limpio. Hay quienes esperamos que este viaje en el tiempo no sea tan precipitado y sobre todo, hay quienes confiamos que un día tengamos futuro. El camino siempre debe ir adelante, no «marcha» atrás, no vaya a ser que no sepamos volver.