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Pérez Mota firma la faena del verano
Padilla, El Cid, Perera y Diego Ventura también salieron a hombros; el ciclo vino marcado por la falta de raza y acometividad del ganado lidiado. La actuación del serrano ha sido lo mejor de la temporada portuense recién acabada
CÁDIZ. Actualizado: GuardarCuando sólo restan por celebrarse las dos novilladas que, en calidad de clases prácticas, se encuentran integradas en el abono portuense, lo más importante de la corta temporada taurina del presente 2012, llegó a su fin el pasado domingo 19 de agosto. Y lo hizo con el broche de transparencia y arrebato que le puso Juan José Padilla, que salió a hombros tras cortar las dos orejas al cuarto toro de Vegahermosa y mostrarse como torero entregado, valiente y variado durante la lidia de sus dos oponentes. Festejo en el que también obtuvo trofeo Alejandro Talavante, quien, a lo largo de una digna actuación, dejó huella del toreo espontáneo y personal que atesora, prolijo en mejicanas florituras y asentado en las formas más ortodoxas. Sin embargo, el nivel predominante durante todos las corridas estivales ha sido muy plano, de escasos brillos, nivel que ha venido marcado por la ausencia de raza, de poder y agresividad del ganado lidiado.
Aún así, el punto álgido del ciclo se vivió la tarde del 12 de agosto, en la que el serrano Pérez Mota realizó la obra más completa, plena de cadencia, ritmo y suavidad, frente a un noble y repetidor sobrero de Martelilla. Legítimo y esperanzador triunfo, que viene a demostrar que aunque los estratos del injusto escalafón parezcan inamovibles, siempre puede aparecer la rendija de una oportunidad que trastoque felizmente la situación. Pérez Mota la tuvo y la aprovechó y ojalá le valga para salir de un anonimato que no merece. En esa misma tarde, los toreros gaditanos, Alejandro Morilla y David Galván, pusieron mucho empeño pero se estrellaron ante las nefastas condiciones de sus enemigos.
En el capítulo de vencedores numéricos de la temporada habría que incluir a El Cid, quien, tras verificar sendos trasteos carentes de relieve, consiguió una oreja de cada ejemplar en la corrida inaugural. Se lidió ese día un decepcionante encierro de Manolo González, con el que César Jiménez pasó de puntillas y frente al que David Mora sólo pudo mostrar un cierto atisbo de su categoría capotera. También salió a hombros, de forma aún más inexplicable, el extremeño Miguel Ángel Perera, quien, para descrédito de la categoría de una plaza centenaria, cortó las dos orejas del sexto ejemplar de los corridos el 5 de agosto.
Fue la tarde del proyectado mano a mano entre Morante y Manzanares, pero que la obligada ausencia de éste convirtió en una terna encabezada por un inédito Finito y completada con Perera. Sí se mantuvieron los toros anunciados en un principio, pertenecientes a las ganaderías de Zalduendo, Juan Pedro Domecq y Victoriano del Río, que rivalizarían, para desesperación del respetable, en sosería, sopor y descastamiento. El siempre esperado torero de la Puebla, tan sólo esbozó en aquél festejo aisladas pinceladas de sus reconocidas esencias. Pero en el cómputo de sus dos comparecencias el saldo resulta muy negativo: permitió que sus cuatro enemigos fueran masacrados alevosamente en varas y careció de ánimos y arrestos para corresponder con su esfuerzo a la nutrida feligresía que tanto le espera y acompaña.
Corrida del Bicentenario
El día 11 se aglutinó una verdadera amalgama de acontecimientos en un mismo festejo: presencia real, corrida mixta, conmemoración del bicentenario, corrida goyesca.hasta que salieron los toros de Bohórquez para rejones y, sobre todo, de Santiago Domecq para lidia ordinaria para devolvernos a la realidad del presente, en la que su desesperante falta de raza y de poder da al traste con todo lo proyectado. Comparecieron ante ellos y merodearon en su derredor, el rejoneador Hermoso de Mendoza y los espadas, Castella y Perera.
En el apartado del toreo ecuestre, Diego Ventura volvió a dictar una lección magistral de su excelsitud rejoneadora en la noche del 17 de agosto, con la lidia de astados desrazados de Murube, de los que obtuvo tres apéndices. Digna actuación firmaron tanto Joao Moura, que cortó una, como Fermín Bohórquez, que erró con el rejón de muerte. También triunfaron los novilleros Ángel Puerta y Juan Millán en la única novillada con picadores programada. Se corrieron boyantes utreros de Martelilla, que poseyeron la duración y la movilidad que les otorga el contar con cien kilos de peso menos y con un año menos que los cuatreños. Pero la escasez de raza y de transmisión se antoja semejante a la casi la totalidad de los toros lidiados, cuyo nivel de presentación también ha bajado respecto a pasadas ediciones. Nueve festejos celebrados, cuarenta y cinco reses lidiadas y no se recuerda un toro bravo. Mientras, cada vez hay más cemento en los tendidos. Peligrosos son los derroteros por los que deambula la fiesta.