Artículos

Qué bello es viajar

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desconozco si Ryanair tiene un problema con la Administración y no sé a cuánto asciende la subvención que recibe. Sólo puedo hablar de la relación que nos impone.

Cuando usted busca un vuelo siempre encuentra los precios más bajos en Ryanair así que va y pincha pero esos 20 euros ya se han duplicado con el cambio de página. Bueno, se dice, de todos modos 40 euros no son tanto, así que continúa. Se añade entonces a la tarifa elegida el Cargo UE261, la facturación on line, el ETS Levy -o sucedáneo-, los impuestos y tasas y el Spanish Domestic VAT. En cualquier caso ya está la oferta en un 50% más de lo que era la original. Luego viene la tortura de aceptar o no cada paso de la larga lista que se ofrece y se cobra aparte, como seguro de devolución, de enfermedad, de accidente y otros que ya he olvidado. Y finalmente, como es habitual para el pago, le piden los detalles de la tarjeta de crédito que no siempre aceptan, por ejemplo hoy no le han aceptado American Express y sí otra a un amigo americano. Una vez ha recibido un mail aceptando la operación tiene usted que sacar la tarjeta de embarque bajo la amenaza de que si se le ocurre ir al aeropuerto sin ella debidamente impresa tendrá que pagar una cantidad superior a lo que ya lleva acumulado. Bueno, pues vamos a por la tarjeta de embarque para la que menos las medidas de cintura y altura, tendrá que confesarlo todo, el año en que nació, la edad que tiene, de nuevo dónde vive. Y si se le ocurre elegir un lugar en el avión, sepa que le cargan 10 euros o más y si dice que llevará una maleta dura o blanda, se le añadirán 59 euros si el vuelo es de Barcelona a Londres. Su nueva factura aumenta y hay que volver a pagar pero tiene que hacerlo con la misma tarjeta con que se hizo el pago inicial, de lo contrario no hay pago y no hay tarjeta de embarque, que sacará en el aeropuerto con su multa correspondiente.

Por fin, tras sufrir los habituales tormentos de todos los aeropuertos, de haberse quitado cinturón, collar, botas y reloj, logra entrar en el avión donde con las piernas encogidas y las rodillas rozando la nariz pasará el trayecto oyendo ofertas de caramelos, cigarrillos sin humo y otros productos necesarios. Si es usted creyente reza, si no cruza los dedos para no perder la paciencia y poder llegar lo antes posible al final de este azaroso viaje tan barato.