El Gobierno aguarda una ofensiva soberanista de PNV y CiU en otoño
El PP da por hecho la victoria nacionalista en las elecciones vascas y teme una alianza de la federación catalana con Esquerra Republicana
MADRID. Actualizado: GuardarEl Gobierno teme que los nacionalistas vascos y catalanes aprovechen la delicada situación internacional de Mariano Rajoy para lanzar este otoño una ofensiva soberanista. El PP tiene asumida la victoria del PNV en las elecciones del 21 de octubre en Euskadi, que con el apoyo la izquierda abertzale dispondrá de una cómoda mayoría absoluta en el Parlamento de Vitoria; y da por hecho que CiU formalizará una alianza con Esquerra Republicana y finiquitará la frágil sociedad que mantenía con su partido en Cataluña.
El Ejecutivo apenas posee armas políticas para impedir este escenario dado que el PP es la cuarta fuerza en el País Vasco y tercera en Cataluña. Su mejor herramienta para echar abajo esos planes que han anticipado los nacionalistas vascos y catalanes radica en la Constitución, y de ella van a echar mano aunque conlleve el riesgo de plantear situaciones límite. La Carta Magna prevé que cualquier propuesta de cambio del actual estatuto jurídico y político de una comunidad autónoma, previa aprobación de su parlamento, tiene que ser aceptada por las Cortes Generales, y el PP tiene una amplia mayoría absoluta en el Congreso y el Senado.
Así ocurrió con el llamado 'plan Ibarretxe', que en febrero de 2005 fue rechazado por el Congreso con 313 votos en contra y 29 a favor. La diferencia en esta ocasión es que si el PNV gana las elecciones de octubre, la segunda fuerza sería, según los sondeos, la izquierda abertzale con Bildu. Si fragua un acuerdo entre ambos, una hipótesis improbable pero no imposible, una propuesta soberanista gozaría, a diferencia del 'plan Ibarretxe', de un amplio aval del Parlamento vasco. Incluso si ese pacto no cuaja, el PNV está dispuesto a defender ante las Cortes un texto legal que supere el Estatuto de Gernika si es que obtiene el respaldo de la cámara de Vitoria.
No es muy distinto el caso de Cataluña. Artur Mas planteará en septiembre a Mariano Rajoy su pacto fiscal para que la Generalitat recaude todos los impuestos de la comunidad y pague después un canon a la Hacienda central por los servicios prestados por la administración general del Estado. Si su demanda, que cuenta con el respaldo mayoritario del Parlamento catalán, es rechazada por el Gobierno central, como todo apunta, Mas advirtió que no se amilanará y habrá «choque de trenes» entre dos soberanías enfrentadas. Sería además el momento para convocar elecciones anticipadas tras las que CiU, más que seguro ganador, podría formalizar su pacto con Esquerra Republicana.
Inestabilidad
El Gobierno y el PP saben que este es el panorama político del otoño que viene, y que introduciría dosis de inestabilidad en el momento menos oportuno para España, con un rescate de la economía, que si para entonces no es una realidad penderá como una espada de Damocles. Una situación difícil para el Ejecutivo, que además deberá capear las anunciadas movilizaciones sociales contra la política de recortes sin que pueda descartarse la convocatoria de una nueva huelga general.
Rajoy hasta el momento no ha dicho ni palabra sobre el cuadro que se vislumbra a corto plazo, pero sí lo ha hecho su portavoz, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, quien dijo estar «preocupadísima» ante la posibilidad de que se articule una mayoría soberanista en el País Vasco y que el viernes instó a CiU y PNV a que no abran debates identitarios cuando lo que está en juego son «las cosas de comer». Pero son llamamientos que parecen destinados a caer en saco roto. Los nacionalistas vascos y catalanes han dejado claro que van a apostar fuerte en el envite sabedores de la delicada situación del jefe del Ejecutivo.
El PP va a analizar esta situación en la reunión que mantendrá hoy la cúpula del partido con Dolores de Cospedal al frente, pero sin la presencia de Rajoy, aunque tendrá la oportunidad de exponer su punto de vista en las comparecencias que tendrá el martes con el presidente del Comisión Europea, Herman van Rompuy; y el jueves con el presidente de Francia, François Hollande. Si no fuera así, la apertura del curso del político del PP en la localidad pontevedresa de Soutomaior el sábado, donde expondrá sus planes para los próximos meses, será el momento para enseñar sus cartas a los nacionalistas.