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Los republicanos redefinen a Romney

El rival de Obama busca un lavado de imagen en la Convención de Tampa y sumar apoyos de cara a la gran batalla por la Presidencia de Estados Unidos

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Romney, el candidato mormón, el veleta que cambia de idea según la audiencia, el inversor que compra empresas en apuros para desguazarlas, el millonario al que no le preocupan los pobres... Los estrategas del Partido Republicano tienen esta semana su mejor oportunidad para deshacer todos los estereotipos de Mitt Romney que se han creado durante las primarias. En los cuatro días que durará la Convención Republicana de Tampa no habrá margen para deslices. La audiencia a apuntar, 40 millones de personas que lo verán cada noche por televisión. El premio gordo, 18 millones de electores que en 2004 decidieron su voto durante las convenciones.

Se trata del mayor espectáculo político sobre la faz de la tierra. Se repite cada cuatro años, cuando llega la hora de vender al candidato. Todo es a lo grande. Unas 50.000 personas descenderán hoy sobre Tampa, en una gran pesadilla logística para las autoridades, que este año lidian también con la amenaza de un huracán de nombre bíblico, Isaac.

Solo los delegados e invitados del Partido Republicano ocuparán 16.000 habitaciones de hotel en 40 kilómetros a la redonda. Un tercio de ellas están repartidas por la Bahía de Tampa y sus huéspedes tendrán que ser trasladados al pabellón deportivo en 450 autobuses. De ahí que los grupos anarquistas, que según el FBI intentarán alterar el comedido ritmo de la convención, hayan puesto la vista en los tres principales puentes que conectan el condado de Pinellas con el de Hillsborough. La guardia costera estará esperándolos con ametralladoras.

Tampa en agosto no es plato de gusto, pero sí el centro de un Estado clave para ganar la Casa Blanca. El 80% de humedad hará que los 30 grados derritan a los atusados invitados que llevan cuatro años preparándose para el gran acontecimiento político. Romney puede no haber sido el favorito de muchos para sustituir a Barack Obama, pero ahora es el momento de cuadrarse ante él y aunar fuerzas para lo que realmente importa: recuperar el poder.

El primer escollo a salvar en pro de la unidad es Ron Paul, el septuagenario libertario que con su agenda antisistema ha arrancado un 10-15% de los votos en casi todas las primarias. El partido ha abortado su revolución con un homenaje que le rendirá el martes en la convención. Paul no ha conseguido influir en la agenda ni se le dará la palabra porque solo lidera tres delegaciones y para ganarse ese privilegio hace falta haber vencido en cinco estados, pero el homenaje a su vida y a su carrera parece haber desactivado los ánimos de armar revuelo.

Quien sí tendrá la palabra ese mismo día es Rick Santorum, el hombre al que solo faltaron fondos y organización para ganar la carrera. Será bienvenido, porque su conservadurismo social encaja más que el de Romney con la agenda de extrema derecha que ha aprobado el partido para su plataforma. En las 60 páginas de doctrina republicana destaca el compromiso para modificar la Constitución en busca de una prohibición del aborto sin excepciones. El partido de Reagan está incluso en contra de los anticonceptivos y reitera en su ideario que «el único tipo de planificación familiar» apta para adolescentes es la abstinencia.

Violación «legítima»

Paradójicamente el único expulsado de la gran familia republicana en esta convención es uno de los ideólogos de esta plataforma, el congresista Tod Akin, que aspira al Senado por Missouri. En el cinturón de la Biblia se considera que las violaciones no deberían servir como excusa para abortar. En palabras de Santorum, «las mujeres deben sacarle el mejor partido» posible a esa situación teniendo al hijo concebido. Akin ha llegado todavía más lejos al decir que si la violación es «legítima» el cuerpo femenino está biológicamente preparado para no concebir. Pero su verdadero error es haberlo dicho en el momento en que el partido necesita conseguir el voto de los independientes centrando la atención en la crisis económica y no en el oscurantismo de sus ideas morales.

«Los demócratas quieren hablar del aborto y de una falsa guerra contra las mujeres pero nada les va a salvar de enfrentarse a la situación económica», advirtió el presidente de la formación, Reince Priebus. «No vamos a caer en su trampa. Vamos a despedir a Barack Obama, a salvar EE UU y a contratar a Mitt Romney».

El mensaje finalmente tejido para una audiencia televisiva que en la campaña anterior superó a la de los Oscar o la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín empezará mañana exponiendo los fracasos económicos del Gobierno de Obama. El martes la cadena de oradores enarbolará el espíritu emprendedor del capitalismo como fórmula para crear empleo. El miércoles un elenco en el que destacan John McCain, Jeb Bush y Condoleezza Rice presentarán al candidato a vicepresidente, Paul Ryan, que expondrá las fórmulas de menos impuestos y menos regulaciones con las que su hipotético Ejecutivo solventaría la crisis. El jueves, antes de que caigan los globos, la joven estrella del partido Marco Rubio coronará a Romney como el redentor de EE UU.

Si su discurso y el de Ryan tienen tantos seguidores como los de John McCain y Sarah Palin en 2008 lo verán 76,2 millones de personas. Después de eso a Romney solo le quedará prepararse para los debates y rezar para no meter la pata de aquí al 6 de noviembre.