¿Quieren ser Las Vegas?
Actualizado: GuardarHace años visité Las Vegas, en el estado de Nevada, Estados Unidos. «Vas al infierno», me advirtió un colega. Efectivamente. Es un lugar -no una ciudad- surgido de la nada en pleno desierto, como un monumento al dinero, una actualización del culto al becerro de oro. En ese 'paraíso' del mal gusto estético y moral, todo brilla porque todo es falso hasta las risas: una tristeza. Construido con la ambición del desafío a lo humano, despliega la filosofía del 'parque de atracciones' combinada con el culto al falso azar que es el juego. No hace falta ser muy religioso sino un ser humano normal para salir huyendo de ese adefesio y recordarlo como algo a evitar. Pues bien, España, esa rústica y algo palurda piel de toro con equívocas pretensiones de modernidad, está a punto de sumarse a esta cadena de despropósitos estéticos y morales que representa un bodrio como Las Vegas. A principios de septiembre se sabrá si tal castigo caerá en Madrid o en Barcelona, ciudades, ambas, cuyas autoridades autonómicas han competido por seducir al magnate Sheldon Adelson, personaje torvo donde los haya según el mismísimo 'New York Times'.
Tanto Esperanza Aguirre como Artur Mas y sus equipos, han abierto los brazos al presunto inversor que, como anzuelo para el país del paro, ha prometido miles de puestos de trabajo: unos dicen que 30.000, otros que 200.000 (tal es la seriedad de la cosa). Como si fuera el Mr. Marshall de Berlanga, Mr. Adelson ha puesto condiciones a su 'generosidad' de padrino de ilusos: nada de leyes, ni sindicatos, ni prohibido fumar, ni impuestos, ni límite ninguno: quiere una 'isla' de ilegalidad en la que el 'paraíso'/Las Vegas pueda desplegar a fondo su infernal voracidad.
Tras dos años de visitas/suspense y de cábalas sobre los miles de millones a invertir, resulta que hace muy poco, la delegación/Adelson reconoció que anda en negociaciones para que bancos españoles -todos sabemos la buena forma en la que se encuentran- concedan un préstamo de 4.000 millones (euros o dólares, ¿qué más da?) para hacer posible ese gran favor de instalarse en España. ¿Quién avalará esos créditos? ¿Serán esas boyantes administraciones autonómicas que organizarán otro 'copago' de sus ciudadanos? Es un caso ejemplar de cómo cada día algunos políticos alcanzan la tontuna 'cum laude'. Sin darse por enterados -¿o sí?- del último timo de la estampita.