Apuntes

Acciones inútiles

Sánchez Gordillo debería preguntarse si sus acciones sirven para algo. Que se sepa, la situación del campo no va a variar porque asalte supermercados o bancos

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El lunes se avecina 'show'. Habrá que estar atentos. Sánchez Gordillo pisó Cádiz en la mañana de ayer, soltó tres o cuatro perlas, y se marchó. La principal, una especie de advertencia: «Habrá sorpresas», dijo. Y se desataron las especulaciones. Que si va a asaltar un supermecado, que si va a okupar una finca, que si esta vez será una sucursal bancaria. El líder del gremio de los jornaleros no da puntada sin hilo. Suelta su misteriosa frase y deja que la opinión pública elucubre, para mantener la tensión.

Sin embargo, lo que cabe preguntarse es qué efecto tienen sus acciones en la práctica. El alcalde de Marinaleda afirma que su idea es la de ser rebelde, «revolucionario si hace falta», para llamar la atención por lo que él entiende como abusos del capitalismo. Lleva con su discurso décadas. Pero que se sepa nada ha cambiado -ni para mejor ni para peor- merced a sus excentricidades. Habrá mejorado su conciencia, se habrá alimentado su ego como showman, pero por ir andando de un lado a otro, asaltando supermercados y dándose chapuzones en fincas privadas, la situación del campo no varía. Sigue exactamente igual que si Sánchez Gordillo y sus 'adláteres' se hubiesen quedado tranquilamente en su casa. Habla el nuevo Robin Hood de lucha contra la injusticia, aunque quizá debería pensar en hacerlo de manera más efectiva, por los cauces legales y democráticos. Para la inmensa mayoría de los ciudadanos no deja de ser un personaje excéntrico. Y poco más.

Lo único que está cambiando es la imagen de Andalucía en el resto de España y en Europa. Exportamos frikis y desórdenes y así nos va. El parlamentario de IU afirma que lo que daña la imagen de España son los casos Urdangarín, Gürtel o de los ERE falsos. En eso tiene toda la razón. Semejantes escándalos erosionan la percepción de España. Pero una cosa nada tiene que ver con la otra. Obviamente es preferible un espectáculo de los suyos que cualquiera de los otros vergonzantes asuntos. Pero de ello ha de ocuparse la Justicia. Es la única forma posible de reparar el daño hecho. No organizando una excursión.