Apuntes

Enésimo lío cadista

Alguien deberá asumir responsabilidades en el club si finalmente hay que despedir a jugadores por no conocer la nueva norma de la Federación

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Hace ya mucho tiempo que ser seguidor del Cádiz se convirtió en un verdadero acto de fe. El cadista lo es por amor, por devoción, por sentimiento... pero desde luego no porque confíe en presenciar grandes espectáculos futbolísticos cuando acude a Carranza. Ni porque aspire a ver a su equipo ser campeón, porque más que su himno oficial finalice con semejante afirmación. Los esperpentos que se han vivido en torno al club en los últimos años, especialmente en los meses de verano, han rayado lo ridículo, con Antonio Muñoz casi siempre como protagonista principal. Sin embargo, la afición cadista siempre está ahí, año tras año, apoyando y ofreciendo mil veces más de lo que recibe. De cara a esta temporada, pese al durísimo varapalo en el play-off ante el Lugo, ya hay casi siete mil abonados. Prueba inequívoca, una más, de la fidelidad de la hinchada.

No cabe duda de que este buen número de abonos vendidos tiene mucho que ver con la salida del club del expresidente cordobés, que ha animado a muchos a volver a las gradas después de su desastrosa gestión de los últimos años.

Los nuevos propietarios son unos auténticos desconocidos para el cadismo y han dejado claro que no llegan con una inversión multimillonaria. Están conformando una plantilla modesta, con jugadores desconocidos para el gran público, pero que tienen 'hambre' e ilusión por hacerse un nombre.

El cadista ha concedido el beneficio de la duda y está a la espera de ver cómo arranca este nuevo proyecto. Sin embargo, no es de recibo la metedura de pata que se ha cometido en las últimas horas. Un cambio en la normativa de la Federación que en el club nadie conocía puede obligar a tener que dar de baja hasta a cuatro futbolistas. Un 'lujo' que el Cádiz no se puede permitir, ya que los contratos están firmados y si no les encontrara acomodo en otros equipos, supondría un gasto extra inútil. Si finalmente es así, los nuevos rectores deben tomar cartas en el asunto y tomar una importante medida ejemplarizante si no quieren que la confianza de sus seguidores empiece a disminuir sin ni siquiera haber empezado a rodar el balón.