Los cascos azules abandonan Siria
El Consejo de Seguridad da por concluido el trabajo de la misión de la ONU debido a los problemas de seguridad que sufre el país
BEIRUT. Actualizado: GuardarCinco meses después de su llegada, los observadores de la ONU concluyen su trabajo en Siria. «No se dan las condiciones para que la misión siga adelante», confirmó el enviado francés ante el organismo internacional, Gerard Araud, tras la reunión del Consejo de Seguridad en la que se decidía el futuro de un mandato que concluye el domingo. El nombramiento de Kofi Annan como enviado especial de la ONU y la Liga Árabe y la llegada de 300 cascos azules para supervisar el cumplimiento de su plan de paz de seis puntos abrieron una puerta a la esperanza en abril, pero finalmente no han servido para frenar la espiral de violencia que asuela el país.
Siria se ha convertido en un punto de discordia permanente entre los partidarios y detractores del régimen. Finalmente se impuso el criterio de Estados Unidos, que no era partidario de extender la misión, frente al de Rusia que luchó hasta el final por mantener a los cascos azules. En opinión del 'número dos' de la diplomacia de Moscú, Guennadi Gatílov, la salida de los observadores podría tener «serias consecuencias negativas no solo para el país, sino para toda la región». Encerrados en sus hoteles desde mediados de junio debido a la falta de seguridad sobre el terreno, el contingente de enviados de Naciones Unidas se redujo a 150 hace unas semanas, coincidiendo con el anuncio del abandono de su puesto de Kofi Annan.
Lo que empezó como una revolución siguiendo los pasos de Túnez y Egipto se ha convertido en una guerra, una transformación que se ha ido gestando ante los ojos de una comunidad internacional dividida. La responsable de la ONU para asuntos humanitarios, Valérie Amos, concluyó su viaje a Siria y alertó sobre «la grave situación por la que atraviesan dos millones de ciudadanos». Amos pidió a las autoridades de Damasco la autorización para que las ONG puedan trabajar libremente en el país. El régimen, sin embargo, continúa negándose porque teme que la ayuda pueda acabar en manos de «grupos armados o terroristas».
Caras en el Gobierno
Pese a la inestabilidad en casi todo el territorio, Bashar el-Asad intenta ofrecer una imagen de normalidad institucional y realizó una remodelación de su Gobierno. El presidente sirio nombró a tres nuevos ministros, entre ellos los de Industria y Justicia, según informaron los medios oficiales, que no explicaron los motivos de estos cambios tras apenas dos meses de mandato. Del mismo modo, el mandatario designó un nuevo responsable de Sanidad ya que el anterior, Wael al-Halqi, es ahora el primer ministro tras la deserción de Riad Farid Hijab a Jordania para enrolarse en las filas de la oposición.
Los retoques del Ejecutivo tan solo sirven para maquillar una crisis que ha cruzado también la frontera libanesa, donde una veintena de sirios y un turco permanecen secuestrados por un importante clan chií que exige la liberación de uno de sus parientes. Un grupo de rebeldes sirios tiene en sus manos a Hasan Salim al-Mokdad bajo la acusación de ser miembro de Hezbolá. No obstante, desde Líbano lo niegan y exigen su inmediata puesta en libertad.
El riesgo de que se produzcan nuevos secuestros entre los ciudadanos de gobiernos que respaldan la revolución contra El-Asad ha llevado ya a cinco países del Golfo a pedir a sus compatriotas que abandonen «inmediatamente» suelo libanés.