Un opositor grita de dolor tras recibir un disparo en la pierna durante un combate en las calles de Alepo. :: GORAN TOMASEVIC / REUTERS
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Irán despliega la artillería diplomática para defender la fortaleza de El-Asad

Teherán presiona a EE UU y Turquía para conseguir la libertad de los 45 peregrinos persas que siguen secuestrados en Siria

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Cuando el régimen sirio tropieza, allí siempre está Irán para ayudarle a levantarse de nuevo. Un día después de la huida de Riad Fardi Hijab, el hasta ahora primer ministro de Bashar el-Asad, Teherán ha desplegado su artillería diplomática para evitar que se evidencie la debilidad de su principal socio en la región y conseguir la liberación del medio centenar de peregrinos persas secuestrados por las tropas rebeldes. Y es que, como destacó ayer el responsable de la seguridad iraní, Said Jalili, el régimen de los ayatolás no puede perder ahora a un «aliado vital» para hacer frente a Israel y Estados Unidos en su intento de desarrollar armamento nuclear.

Jalili viajó a Damasco y allí se reunió con Bashar el-Asad, que ha sobrevivido al enésimo rumor que le daba por muerto. Reafirmó que su país «no permitirá» que el conflicto alcance una categoría internacional y criticó el cada vez más evidente apoyo de EE UU, Turquía, Arabia Saudí y Catar a las fuerzas rebeldes. «La intervención extranjera es inútil», subrayó el emisario del ayatolá Jamenéi, y repitió que la solución a estos enfrentamientos -que ya se prolongan durante más de año y medio- tiene que basarse en el «diálogo nacional entre sirios».

Este mensaje resulta mucho más diplomático que el lanzado ayer mismo desde Teherán por Alí Lariyaní, presidente del Parlamento persa, que dejaba claro que su país «nunca olvidará los crímenes cometidos por Washington y sus aliados». «Recibirán respuesta a su debido tiempo», amenazó.

Pero uno de los problemas que más inquieta ahora a la sociedad iraní y a sus mandatarios es la situación actual de sus 45 compatriotas, supuestos peregrinos chiíes, que fueron secuestrados por el Ejército Libre Sirio (ELS) el pasado fin de semana en la carretera hacia el aeropuerto de Damasco. Tres de ellos murieron el lunes en un bombardeo de las tropas de El-Asad y los rebeldes amenazan ahora con ejecutar al resto si la ofensiva del régimen no cesa. Además, sostienen que entre ellos hay miembros de la Guardia Revolucionaria de los ayatolás.

«Si es cierto que han fallecido, eso demuestra el carácter delictivo de esos grupos y los países que apoyan sus acciones terroristas deben responder por ello», comentó Jalili. En ese sentido, Irán responsabilizó a EE UU de la suerte que corran a partir de ahora los capturados, al tiempo que pidió a Turquía y Catar que tomen las cartas en el asunto para facilitar su inmediata liberación. De hecho, el ministro de Asuntos Exteriores persa, Alí Akbar Salehi, se desplazó a Ankara para pedir a las autoridades otomanas que intercedan y consigan el fin del cautiverio, como lo han logrado en el caso de 27 de los 32 iraníes secuestrados en Siria desde el pasado diciembre.

Infiltrados

A pesar de ese visible acercamiento, algunos medios iraníes denunciaron que varios oficiales turcos están participando en los combates de Alepo. Incluso la agencia Fars publicó que un general del Ejército otomano fue detenido, y enviado a Damasco, mientras «comandaba a los terroristas» en la capital financiera de Siria. El Ministerio de Asuntos Exteriores turco tuvo que desmentir que el supuesto militar fuese a ser intercambiado por los peregrinos chiíes.

Las informaciones que llegan desde Alepo son contradictorias. Mientras el régimen afirma que tiene rodeados a los rebeldes, la oposición asegura que todavía controla los principales distritos de la ciudad. Lo cierto es que los sublevados, según ellos mismos han confesado, se están quedando sin munición y que los tanques han entrado en algunas zonas del barrio de Salaheddine. Sus calles son el principal escenario de los combates y en ellas sigue habiendo numerosos cadáveres que no han podido ser retirados por la presencia de francotiradores.

Tras dos semanas en la sombra y numerosos rumores sobre su posible muerte, Bashar el-Asad volvió a dar la cara para reiterar -vía comunicado de prensa- que su principal objetivo es «limpiar la nación de terroristas». Un mensaje que resulta repetitivo, mientras contempla cómo su régimen se descompone a pasos agigantados y cada vez es más necesario el apoyo de Teherán.