Chavela Vargas luce el medallón regalo de los indios huicholes. :: EFE
Sociedad

El medallón de la chamana

MADRID. Actualizado: Guardar
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Durante la semana que permaneció en cuidados intensivos Chavela Vargas se mantuvo consciente y pidió su medallón chamánico. Era un regalo de los indios huicholes, etnia que considera que los chamanes tienen dones espirituales para predecir el futuro y trascender a la muerte. Los huicholes habían nombrado chamana a Chavela, quien, orgullosa, lució siempre en sus conciertos el medallón. «No voy a morir porque soy una chamana y nosotros no morimos, trascendemos», dijo Vargas dos días antes de expirar. Esa noche, un grupo de admiradores se acercó al hospital para ofrecerle una serenata de despedida.

Chavela había pedido que no prolongaran su vida mediante procedimientos clínicos que obstaculizaran su «transición». «Tenía problemas respiratorios muy severos y no le llegaba el oxígeno» precisó Cortina, autora de 'Las verdades de Chavela', que estuvo al lado de la cantante hasta el final. Isabel Vargas Lizano, nombre real de la cantante, vivió desde su adolescencia en México, donde inició su carrera cantando con su guitarra en las calles de la capital, en la que la descubrió el compositor José Alfredo Jiménez. Dueña de una característica voz de asperón, convirtió en clásicos sus atípicas rancheras sin mariachi, temas como 'Un mundo raro', 'La llorona' y 'Paloma negra'. Protagonizó una vida de leyenda marcada por su relación con el alcohol, su homosexualidad y su amistad con algunas de las figuras relevantes de la cultura mexicana del siglo XX, como sus amados pintores Frida Kahlo y Diego Rivera.