Emigrar en 2012
Cientos de jornaleros gaditanos han recuperado la vieja estampa de los españoles cruzando la frontera
Actualizado: GuardarSolo la estampa ha cambiado de color, del sepia a la brillante nitidez de la era digital. Salvo por ese matiz y la indumentaria que visten los protagonistas de esas fotos, pocas diferencias más. Cientos de gaditanos han hecho sus maletas para cruzar la frontera de los Pirineos y buscar trabajo como jornaleros en las temporadas del melocotón o la vendimia francesa. A diferencia de nuestros vecinos, que no hicieron en décadas pasadas ni ahora el mismo camino a la inversa, los gaditanos dejan atrás sus hogares para buscarse el sustento. En sus pueblos no lo tuvieron en aquellos años de fuerte fenómeno emigratorio en España, ni ahora tampoco. Aquellos que ya están en el tajo o lo estarán en las próximas semanas, tendrán al menos un bien preciado, aunque sea por corto tiempo, que su país no les puede dar: un trabajo. Ésa es la realidad dolorosa de la emigración española.
Este país ha dejado de ser receptor de emigrantes para convertirse nuevamente en emisor de personas luchando por un hueco en el mercado laboral. No solo se marcha el aliento y la fuerza de los trabajadores del campo; también el talento de los investigadores, la creatividad de los incipientes emprendedores y un caudal de valor humano, que de alargarse en exceso esta crisis, podría anclar a España en posiciones muy alejadas de sus socios europeos. Unos 'colegas' incapaces de ponerse de acuerdo para que la UE crezca al mismo ritmo y no termine desvertebrada entre países ricos y países pobres.
Lo cierto es que este país es una cantera privilegiada de mano de obra cualificada. Profesionales que han recibido una formación de primer nivel, costeada por un Estado que ve ahora cómo su inversión se marcha al extranjero para que sean otros los que sepan aprovecharla; trabajadores que han crecido laboralmente en un entorno desarrollado; expertos de mil materias que sin embargo están acostumbrados a trabajar por un salario por debajo de compañeros de países poderosos. Todos ellos son las únicas y verdaderas víctimas de esta atroz depresión económica, y los pagadores de sus consecuencias. También son el vivo ejemplo que en este país la productividad, la movilidad y dejarse la piel en el tajo no es su asignatura pendiente sino la de otros.