Un comercial muestra carcasas de iPhone en la convención de MacWorld. :: ADRIAN BRADSHAW / EFE
Economia

La gran revolución de las empresas chinas

Por primera vez superan a las japonesas en la lista Fortune 500 y se afianzan en África y Latinoamérica

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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Hace dos años que la economía china superó a la de Japón y alcanzó el segundo puesto del ranking mundial. Culminaba así la fase de su desarrollo que ha desembocado en la fundación de 'la fábrica del mundo', caracterizada por la manufactura intensiva y una marea de inversión extranjera. Pero pocos podían prever que, con la crisis de los mercados tradicionales, las empresas chinas que antes solo fabricaban componentes para marcas extranjeras o productos del 'todo a cien' también superarían a las niponas. Y menos aún que lanzarían una ofensiva sin precedentes.

Pero así ha sido. Por primera vez en la historia, este año las compañías chinas superan en número a las del Sol Naciente en la lista que Forbes realiza anualmente con las 500 multinacionales más poderosas del planeta. La República Popular suma 69, una más que Japón, y la diferencia se amplía si se contabilizan también las cuatro que tienen su base en Hong Kong. Como sucede con el PIB, China todavía está lejos de hacer sombra a Estados Unidos, que cuenta con 132 nombres en la codiciada lista, pero es evidente que la tortilla está dando la vuelta: la superpotencia americana ha perdido 65 puestos en la última década, mientras que el gigante asiático ha ganado 62.

Y todo apunta a que este vuelco se intensificará. Actualmente, tres de las diez mayores empresas del mundo son chinas. Y las tres son del sector energético, muestra del hambre de recursos que tiene el Gran Dragón. Lideran las petroleras Sinopec y CNP, seguidas por la eléctrica State Grid. Luego, llegan los grandes bancos, que el año pasado batieron récord de beneficios, con ICBC y China Construction Bank a la cabeza. Poco a poco, la revolución tecnológica también se ve recompensada con un buen puñado de compañías que basan su éxito en el valor de la innovación.

El mercado interno, al que se mira como la salvación, demanda cada vez productos más sofisticados, pero la crisis también hace mella en la economía doméstica, que en el segundo trimestre de este año ha crecido al menor ritmo en tres años, un 7,6%. Por eso, la estrategia de las empresas que quieren triunfar es doble: no descuidan el mercado chino, pero su horizonte se expande a los cinco continentes.

Xinri, por ejemplo, no está entre las 500 de Fortune, pero ya es el principal fabricante de bicicletas eléctricas del mundo. En sus líneas de montaje toma forma una nueva cada 11 minutos. A primera vista, podría parecer que el mercado interno es suficiente, porque se espera que 400 millones de unidades sean adquiridas por chinos de aquí a 2016. Pero la ambición de esta empresa no tiene límites. Y, como la de muchas otras, pasa por la internacionalización. «Es el salto que tenemos que dar ahora aprovechando la crisis», asegura el vicepresidente de la marca Hu Gang.

Aunque los chinos no preparan un asalto a la maltrecha Europa. «No tiene sentido entrar en un mercado marchito que ya está, además, saturado», sentencia Hu. De momento, sus mercados prioritarios son los de países emergentes. África, Asia y Latinoamérica crecen a buen ritmo y son adecuados para sus productos, «que todavía no están al nivel que exigen los mercados más avanzados». Por eso, muchas de las bicicletas de Xinri parecen motocicletas y están pensadas para las dificultades de las infraestructuras de los países en vías de desarrollo. A buen precio, claro.

Antex, uno de los grandes fabricantes de lencería, ha tomado otro camino y ha replegado su negocio. Produce ropa para grandes multinacionales occidentales, pero con la apreciación del yuan frente al euro y la crisis europea se ha visto forzada a crear una marca propia para atacar el mercado chino y evitar que la caída en las exportaciones le haga bajar la persiana.

Geely, la empresa de mayor crecimiento de la lista de Fortune, en el puesto 475, es un ejemplo de éxito chino. En 2009 decidió dejar de fabricar coches-chatarra, adquirió Volvo, y comenzó a vender fuera. Hoy es el principal productor privado de automóviles en China, y este año lanzará un coche en el Reino Unido. Solo con el fin de dar renombre a la marca, porque su interés son los nuevos mercados.