China incendia el Ramadán
Tensión ante la posibilidad de que Pekín esté prohibiendo practicar la tradición en la provincia de mayoría islámica de Xinjiang
SHANGHÁI. Actualizado: GuardarQue los musulmanes coman a todas horas durante el Ramadán. Ese parece ser el objetivo que se han fijado algunos gobiernos locales de la región occidental china de Xinjiang, en la que habitan nueve millones de uigures, una minoría étnica que profesa la religión de Mahoma. La página web del ayuntamiento de Zonglang, en el distrito de Kashgar, lo deja muy claro: «Se han aprobado amplias medidas para mantener la estabilidad social durante el Ramadán. Se prohíbe a los miembros del Partido Comunista, a los funcionarios -incluso los que se han jubilado- y a los estudiantes participar en las ceremonias religiosas que se celebren durante este mes. Por si fuese poco, el gobierno de la provincia urge a los cargos públicos a llevar comida a los jefes de las aldeas para asegurarse de que ingieren alimentos. A ser posible, antes de que anochezca y termine el ayuno tradicional. Dicen que les preocupan las consecuencias que puede tener el ayuno en la salud. En el diario 'Global Times', controlado por el Partido Comunista, el portavoz del Ejecutivo de Xinjiang, Hou Hanming, explicó que no prohíben a nadie seguir la tradición, pero sí promueven «comer de forma apropiada para rendir en el estudio y el trabajo». Las mezquitas continúan abiertas, pero los extranjeros y la mayoría de los estudiantes tienen prohibida la entrada, y en algunas se han establecido controles en los que se exige a los fieles mostrar el documento de identidad para poder acceder a las oraciones.
Además, el jueves se anunció el encarcelamiento de 20 personas acusadas de «planear acciones terroristas e incitar al separatismo y a la guerra santa en Internet». Según la página web Tianshan News, del Gobierno, «utilizaban teléfonos móviles para grabar, copiar y difundir material audiovisual de acciones terroristas, y guardaban numerosos documentos sobre religioso extremista en discos duros». Pasarán entre 18 meses y 15 años a la sombra.
El Congreso Mundial Uigur, una organización que opera desde fuera de China y a la que Pekín relaciona con los terroristas, englobó ayer todas estas medidas en una campaña contra la minoría uigur, que sufre una grave discriminación en Xinjiang, y aseguró que «solo provocarán que la población se resista al poder chino todavía más». En cuanto a las sentencias del jueves, el portavoz de la organización, Dilxat Raxit, denunció a la agencia AFP que buscan acallar a los siempre molestos disidentes: «Han sido fabricadas con el fin de castigar a los uigures que utilizan Internet para acceder a información que no está controlada por el Gobierno y para expresar sus opiniones». Sin duda, todo esto podría avivar el fuego siempre latente en la región, que en los disturbios de 2009 se cobró la vida de casi 200 personas.
Es evidente que comunismo y religión son antagónicos. No importa que la Constitución china recoja la libertad religiosa. A Pekín no le gustan «los cultos a la superstición», y menos aún si amenazan con convertirse en un contrapoder formidable.