HUMILDAD Y PACIENCIA
Actualizado: GuardarEs cierto que el titular de este artículo suena al nombre abreviado de una cofradía. Pero no. En estas líneas lo que quiero expresar es mi opinión sobre el nuevo proyecto del Cádiz. Aunque haya muchas voces que teman que la próxima temporada pueda resultar una penitencia, soy de esas personas que incluso se obliga a sí mismo a ver el lado positivo de las cosas. Y este nuevo Cádiz lo tiene, desde luego. Supongo que gracias a la definitiva marcha de Antonio Muñoz, sobre el entorno se cierne un cierto aire de tranquilidad. El cadismo respira aliviado y quiere ilusionarse con un nuevo plantel que reúne todos los ingredientes de lo que ha sido, en esencia, el equipo amarillo toda su vida.
La mayoría de los futbolistas con los que va a contar este año Alberto Monteagudo, joven entrenador que da sus primeros pasos en los banquillos, no sabe lo que es jugar más allá de la Segunda División B. Algunos ya han estado por la zona, e incluso en la época de vacas gordas sus nombres no parecían contar con el caché suficiente para vestir estos colores.
Pero las cosas han cambiado. La situación económica obliga a huir de los despilfarros, y si el curso pasado se apostó por dar las riendas a Quique Pina para que luchara por el ascenso a golpe de talonario, este año no habrá grandezas, pero al menos se contará con jugadores a los que, a priori, se les presupone que tienen hambre de triunfo. Muchas veces, los éxitos más sonados llegan desde la humildad.
Sobre el papel, la plantilla del curso pasado gozaba de mucha más calidad que la que tiene la actual. Y, sin embargo, no contó con la paciencia que parece que se le va a dar a estos nuevos 'trabajadores' para que pongan al Cádiz de nuevo en su sitio. No será tarea fácil, desde luego, pues las exigencias en la Tacita siempre son las más altas. Al menos, habrá que darles un voto de confianza. El mío ya lo tienen, por supuesto.