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La cuestión no es si habrá ataque, sino cuándo

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Al expresar ayer su opinión sobre el efecto de las sanciones adoptadas por la comunidad internacional contra Irán, el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu mostró el abismo que comienza a abrirse entre Estados Unidos e Israel en relación con el régimen de Teherán. Las sucesivas iniciativas impulsadas por la Administración de Barack Obama y la Unión Europea, dijo el 'premier' israelí, están dañando la economía iraní pero, a su entender, el teórico programa de los ayatolás para obtener armamento nuclear permanece intacto.

Por eso, en los análisis de la prensa del país dominaba ayer la sensación de que ya no cabe preguntarse si Israel atacará a Irán para detener su programa nuclear, sino cuándo lo hará. Es decir, si será este mismo verano y por lo tanto antes de las elecciones del 6 de noviembre en las que el presidente de EE UU persigue la reelección. En el caso de que al final Tel Aviv no se decida a desafiar tan abiertamente a Washington, la operación militar podría demorarse hasta la próxima primavera. En los ambientes políticos israelíes más conservadores se plantea la pregunta de si su Gobierno puede darse el lujo de esperar lo que se considera demasiado tiempo y si el país debe confiar de verdad en que Estados Unidos terminara sirviéndose de su fuerza militar en caso de que todas las presiones diplomáticas y económicas terminen fracasando, como ha ocurrido otras veces.

Incomprensión

También se tiene en cuenta que un ataque de Israel a Irán cuando la comunidad internacional considera que todavía hay margen para otras medidas acarrearía al país una oleada de incomprensión. Y se recuerda que las capacidades del Ejército israelí no pueden compararse con las de Estados Unidos si se trata de atacar blancos profundamente enterrados. Esta deficiencia podría limitar la eficacia de una acción unilateral del Gobierno Netanyahu.

Pero domina la preocupación por el hecho de que, si se demora en el tiempo, la opción militar puede volverse inviable.