Un problema subcontinental
SHANGHAI. Actualizado: GuardarEn Nepal la electricidad es un bien escaso. Lo saben bien sus habitantes, que se han acostumbrado a vivir enchufados solo diez horas al día. «Por lo menos nos dicen cuándo nos toca, y lo suelen cumplir», comenta el propietario de un hotel de la capital, Katmandú, que avisa a sus clientes de la hora a la que pueden ducharse o cargar las baterías. Otros incluso cuelgan un cartel con el horario de suministro, que cambia cada día, «porque van alternando las zonas y las franjas horarias».
Se entiende que la situación se dé en la época seca, ya que Nepal genera la mayoría de su energía a través de plantas hidroeléctricas que aprovechan los ricos recursos hídricos del país del Himalaya, pero durante el monzón no mejora mucho el asunto. «Básicamente, es un problema de infraestructura inadecuada que ha sido utilizada como arma en la década de guerra civil», explica a este periódico el director de Ayuda en Acción en Nepal, Bimal Kumar Phnuyal.
Pero en Bangladesh o Pakistán la situación no mejora. Las empresas de generadores diésel hacen su agosto, y la población se calienta. El servicio de Inteligencia bengalí incluso ha advertido de la posibilidad de que se den «protestas violentas masivas por la disrupción vital que suponen los apagones, sobre todo en verano». En ambos países, a las vetustas infraestructuras se une el grave problema de la corrupción.