No se vayan ustedes lejos
El presidente del Gobierno arranca el mes con un intento de embridar a sus 'barones' y encauzar el déficit autonómico
MADRID. Actualizado: GuardarNo esperaba que, pasados siete meses desde que se instaló en la Moncloa, podría verse en la misma situación agónica que su predecesor José Luis Rodríguez Zapatero, con la prima de riesgo como marcapasos particular y la mano preparada sobre el llamador que puede activar el 'desfibrilador' -mecanismo de rescate- de la Unión Europea, pero en ese escenario se encuentra Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno está listo para quedarse sin vacaciones si es preciso y arranca el mes con una intensa semana en clave externa pero también interna.
El anuncio, tan vago como contundente, del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, a favor de medidas que preserven el euro contribuyó a relajar la semana pasada la insoportable presión sobre la deuda española. Pero la paz no está ni mucho menos garantizada. El Gobierno sabe que agosto suele ser un mes de enorme volatilidad en los mercados, el 'Shangri-la' de los especuladores, que aprovechan el escaso volumen de operaciones para lograr jugosas ganancias con pocos movimientos. Y a eso hay que sumar que aún está por ver que la UE vaya a adoptar medidas en el corto plazo para aliviar la situación de España.
Si Zapatero tuvo que ir y volver varias veces de Doñana el año pasado y acabó reduciendo su descanso estival a la mínima expresión, Rajoy es consciente de que ya no puede aspirar a otra cosa. El mismo día en el que se suponía que el expresidente debía empezar su descanso la prima subió a 407 puntos básicos, una cifra alarmante pero que ya ha sido ampliamente superada (superó los 650 la semana pasada). Hubo una suerte de gabinete de crisis, llamadas al líder de la oposición y a todos los portavoces para avisar de la gravedad de la situación y, a final de mes, un pleno extraordinario en el Congreso para aprobar la reforma exprés de la Carta Magna y constitucionalizar la estabilidad presupuestaria.
No solo el Ejecutivo, sino todos los miembros del grupo parlamentario popular tienen orden de no irse muy lejos este mes, por lo que pueda pasar. ¿De cuánto estamos hablando? «No más de una hora de avión», responde a ojo de buen cubero su portavoz, Alfonso Alonso. Está prevista la celebración de tres Consejos de Ministros, los días 3, 24 y 31, y no es descartable que sea preciso tomar medidas de urgencia.
El jueves -el mismo día en el que se reúne el comité de política monetaria del BCE, del que se esperan noticias clave- el presidente del Gobierno recibirá al primer ministro italiano, Mario Monti, en la Moncloa. Ambos tienen interés en presionar a la UE para que acelere el cumplimiento de los acuerdos del último Consejo Europeo. Pero antes Rajoy tiene trabajo que hacer en casa: debe encontrar un modo de enfriar el incendio provocado por la difícil situación financiera que atraviesan las comunidades autónomas, en el punto de mira de los 'observadores' internacionales.
Rebeliones
Esta mañana se reunirá con los suyos, los 'barones' del PP, en la sede nacional del partido. También hay convocado un encuentro de la Comisión Nacional de la Administración Local y el martes otro del Consejo de Política Fiscal y Financiera para fijar los objetivos individuales de déficit de ayuntamientos y comunidades autónomas para 2013. El jefe del Ejecutivo no puede permitirse nuevas rebeliones como la que protagonizaron recientemente dos de sus 'feudos', Extremadura y Castilla y León, molestas por la negativa de Hacienda a compartir con los territorios el punto extra de desviación que Bruselas ofreció a España y reclamará un cierre de filas.
En los mercados internacionales ha calado la idea de que uno de los principales problemas de España son los desmanes de las autonomías, responsables de dos terceras partes del exceso de déficit de 2011. El Gobierno entiende que el modo de hacer frente a esa sensación pasa por no levantar la mano y el FMI vino a ratificar el viernes su tesis al reclamar que haga uso de los «palos» que le concede la legislación. En España era perfectamente sabido que la mayoría de comunidades tenían problemas de tesorería y esperaban un mecanismo de asistencia del Estado, pero fuera la adscripción de Valencia, Murcia y Cataluña al Fondo de Liquidez fue una sorpresa.