Plaza de abastos
Actualizado: GuardarCriticada y a la vez premiada. Su intervención arquitectónica ha sido digna de elogio, pero la urbana aún no ha cuajado. Notamos que el mercado está más vacío que nunca, debido a la propia intervención, ya que organiza el espacio dejando un gran vacío entre la línea perimetral interior y la caja central. Ese espacio ahora mismo está infrautilizado, vacío, puesto que se pensó para que fuera ocupado por mesas, instalaciones efímeras y demás. Después de casi dos años desde su reapertura, los comerciantes se quejan de la escasez de público, cuando lo que está en evidencia es la escasez de 'originalidad', o de utilizar el espacio de otra forma, de la manera en la que se pensó el mismo en su recuperación. Ya hay un puesto que ha optado por poner mesas y sillas, y organizar catas de quesos, y ha tenido que venir de Madrid para enseñárnoslo. Parece que la creatividad sólo la usamos para las letras del carnaval, y no para vender, cayendo en el convencionalismo barato de decir «antes, con la instalación efímera colocada durante las obras, al estar en el paso de la gente, vendíamos más». Vender y comodidad no son sinónimos. El que tiene que estar cómodo es el consumidor, nunca el vendedor. Se vendía más porque era un reclamo. La gente atrae a más gente, y si era un espacio pequeño (apenas un metro y medio de ancho de pasillo) la sensación de aglomeración era mayor. Ahora con más de cinco metros entre la línea primera de puestos y la segunda, nos encontramos con un gran espacio que debe ser aprovechado, y no sólo para que nos sentemos a ver cómo venden los comerciantes. Además, de que el paseante tiene ha hacer la acción de entrar a comprar, cosa que antes no hacía falta. ¿Y cómo se provoca la entrada? Ofreciendo un reclamo. Y ahora mismo éste no existe.
Y otra es los horarios. Si nos damos una vuelta por cualquier mercado parisino, o más cerca, por alguno de Sevilla, o de cualquiera de los pueblos satélites de Madrid, nos damos cuenta de que también están abiertos por la tarde, cosa nada descabellada, si pensamos que la ciudad de Cádiz tiene una importante suma de funcionarios, y los horarios de éstos suelen ser de 8 a 15 horas. Queda disponible únicamente la posibilidad de comprar en el mercado a la población jubilada, parada y trabajadora en horario de tarde, es decir, una minoría. ¿Así cómo se va a vender?