Una de las asistentes a la película, habla por teléfono mientras llora. :: REUTERS
MUNDO

La pesadilla traspasa la pantalla en Denver

Un joven de 24 años asesina a 12 personas durante el estreno de la última película de Batman

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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En la oscuridad de un cine poco después de la medianoche, con los espectadores que abarrotaban la sala embebidos en las pericias del último Batman, la ficción se tornó en tragedia en un abrir y cerrar de ojos. Como un personaje díscolo que decide romper de pronto el guion creado por Hollywood para la entrega titulada 'El caballero oscuro: la leyenda renace', un enmascarado de carne y hueso apareció delante de la pantalla pertrechado con un arsenal letal. Tras lanzar una bomba lacrimógena que a muchos se les antojó parte del show, el hombre empezó a disparar a sangre fría a una audiencia, integrada en su mayoría por jóvenes, que, por desgracia, tardaron demasiado tiempo en reaccionar.

«Llevábamos unos 15 minutos de película cuando vimos una escena de persecución y tiroteo», relató Quentin Caldwell a la CNN. «Justo a nuestra derecha escuchamos otros disparos que creímos eran efectos especiales. Cuando empezamos a ver gente ensangrentada, saltamos de nuestros asientos y salimos corriendo», relató el chico. Al menos doce muertos y unos sesenta heridos cayeron víctimas de las balas de verdad en una de las peores matanzas de la última década en Estados Unidos. El cine se encuentra en la localidad de Aurora, Colorado, muy cerca de la Universidad de Columbine, donde otras 15 personas fueron asesinadas en parecidas circunstancias hace 11 años.

Sofisticado armamento

La Policía ha identificado a James Holmes, un estudiante de medicina de 24 años, con problemas en sus estudios, como el único autor de la masacre. Testigos que sobrevivieron de milagro al infierno de fuego y humo describieron cómo el supuesto asesino se movía de un lado a otro del cine sin perder la calma, protegido por una máscara antigás y chaleco antibalas mientras vaciaba los cargadores de su sofisticado armamento: un fusil de asalto similar al AK-47, un rifle y dos pistolas. En un país donde la venta de armas a civiles alcanza niveles de escándalo, una de las mayores preocupaciones de los investigadores ayer era determinar si Holmes había obtenido ese sofisticado arsenal de manera legal.

Una vez agotó la munición sin que nadie le pusiera la más mínima resistencia, el sospechoso abandonó la sala por la misma puerta de emergencia por donde se había colado y esperó en el aparcamiento a que la Policía lo detuviera. Cerca de allí había estacionado su deportivo blanco, no muy lejos de donde se encuentra el piso en el que residía.

La noticia de la tragedia monopolizó ayer la cobertura de las grandes cadenas de televisión mientras el país volvía a enfrentarse a la pesadilla que suponen los cada vez más frecuentes brotes de violencia desencadenada por jóvenes con un saldo intolerable de víctimas. Barack Obama y Mitt Romney suspendieron sus actos de campaña para unirse al pesar general mientras el gobernador de Colorado, John Hickenlloper, trataba de limitar el problema a acciones aisladas cometidas por mentes insanas.

Como pasó en Columbine y en tantas otras matanzas desde entonces, a las autoridades se les llenó la boca con palabras de compasión hacia las víctimas y de exaltación del sistema de libertades de EE UU, pero apenas se escuchó nada sobre la limitación de la venta de armas a civiles, un tema tabú en muchos Estados. Además de las armas que se llevó consigo, Holmes había preparado a la Policía una trampa en su apartamento con explosivos muy sofisticados que nunca llegaron a estallar. Una unidad de fuerzas especiales entró con gran cautela, y ayudados por cámaras de fibra óptica, por las ventanas de la vivienda, en el tercer piso de un edificio de Aurora.

Cambio de turno

Entre los numerosos heridos hay un bebé de tres meses, aunque ya ha sido dado de alta y evoluciona favorablemente, según aseguró una portavoz del hospital donde fue atendido. Diez de las personas asesinadas murieron en el acto en la sala de cine mientras las otras dos fallecieron en los centros médicos.

Los hospitales cercanos implicados -muchos de ellos ayudaron también cuando se produjo el ataque de Columbine- fueron capaces de responder con bastantes medios a la tragedia gracias a que los primeros heridos comenzaron a llegar durante el cambio de turno de su personal después de la media noche. Médicos y cirujanos que estaban a punto de irse se unieron a los que se incorporaron, de ahí que consiguieran atender a tiempo a heridos en situación crítica. Entre las víctimas se cuentan varios militares que habían hecho cola en el cine de Aurora para asistir al estreno de la última entrega de Batman. Un joven canadiense que escapó milagrosamente a un tiroteo en Toronto hace unas semanas se hallaba en la sala. Menos afortunado esta vez, su nombre se encuentra en la lista de los 12 fallecidos.