EN DIAGONAL

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Una juez ha dado la razón a una víctima de las preferentes. Pese a la buena nueva, es como el descubrimiento de la grasa beige, ese tipo de tejido adiposo que, en lugar de almacenarlas, consume calorías. Los gordos tienen para rato con su gordura. Los estafados, con su estafa. El cliente no fue informado del alto riesgo del producto y nunca se le dijo que ya podría disponer de su dinero en 2050. Lo normal. Otro lo tiene peor: su contrato vence en 9999, cuando los monos dominen la tierra y la Estatua de la Libertad esté tumbada en una playa. De momento, el mundo lo dominan especímenes con cara de personas. Con mucha cara. El de las preferentes es, junto al robo de niños, el mayor escándalo de la España reciente. Sobre todo porque lo ha perpetrado gente normal, gente que no es lagarto por dentro. Nada hay más normal que un empleado de banco. El Gobierno acabará elaborando una Ley de Obediencia Debida, como la de Alfonsín en Argentina.