El juez Serrano se presenta como víctima del «lobby feminista»
«Prefiero ser un abogado libre a un juez esclavo del miedo y la presión política», afirmó el magistrado, inhabilitado diez años por el Supremo
SEVILLA. Actualizado: GuardarFrancisco Serrano, el que fuera juez de familia de Sevilla condenado a diez años de inhabilitación por el Tribunal Supremo (TS) por un delito de prevaricación dolosa tras cambiar el régimen de visitas de un menor para que pudiera salir en una cofradía de la Semana Santa, anunció ayer que recurrirá el fallo ante el Tribunal Constitucional (TC) y señaló que «me han apartado de juez pero no de la Justicia», por lo que a partir de ahora ejercerá como abogado «especialmente dedicado a defender la igualdad y el interés superior del menor», pues «prefiero ser un abogado libre a un juez esclavo del miedo y de la presión política».
En una multitudinaria rueda de prensa ofrecida ayer en Sevilla, Serrano, que estuvo acompañado por su abogado, Miguel García Diéguez, aseveró que, «desde el punto de vista de gran parte de la sociedad, el interés y motivo que realmente subyace en este procedimiento, ante su absurdo, incoherencia y desproporción, fue desde el principio el de pretender expulsarme de la carrera judicial por ser un juez molesto al lobby de género», el cual «seguro que ha brindado con champán».
A su juicio, «esas sospechas de la opinión pública» se remontan al 24 de diciembre de 2009, cuando, en rueda de prensa, «ese lobby ya anunció que pedirían al Consejo mi expulsión de la carrera judicial por mi parcialidad en el ejercicio profesional, y que estudiarían si presentaban una denuncia por prevaricación», una rueda de prensa que «se convocó justo al día siguiente» de que la vocal del CGPJ y presidenta del Observatorio de Violencia de Género «hiciera unas declaraciones en las que advertía de las posibles responsabilidades en que podría haber incurrido por las críticas a la ideología de género y advirtiera de los efectos perversos que estaba produciendo la Ley de Violencia, incluso en contra de las mujeres maltratadas».
«Desde entonces mi vida ha sido un infierno», dijo Serrano, ya que a la denuncia por prevaricación hay que sumar la apertura de seis expedientes disciplinarios, todos archivados. «Siempre he desempeñado mi trabajo con rectitud y en conciencia, llevando con gran esfuerzo el Juzgado al día y procurando defender y dar tutelas a los intereses de los más débiles, especialmente los niños», por lo que, tras la resolución «dictada por tres magistrados» del Tribunal Supremo -puesto que los otros se han posicionado en contra a través de un voto particular-, «siento pena y desilusión, pero no sólo por mí, sino por el Estado de Derecho y la propia Justicia».
«Chismorreos y habladurías»
A su juicio, la «politización» de la Justicia y «el sometimiento a la dictadura de lo políticamente correcto ha truncado con las garantías de independencia e imparcialidad de los jueces», añadiendo que, con la sentencia que lo condena, «se ha dado una vuelta de tuerca contra el principio de presunción de inocencia, puesto que se ha limitado a dar por probado lo que afirmaba la madre denunciante en su querella». «Esos tres magistrados dan por cierto lo que, en otras ocasiones, se han considerado meras conjeturas, suposiciones, rumores, chismorreos y habladurías», criticó el imputado.
Todo esto ha causado «un gravísimo perjuicio para el honor de Francisco Serrano», aseveró el abogado del mismo, quien insistió en que recurrirán en amparo ante el Tribunal Constitucional «ante la vulneración de derechos fundamentales» y aseguró que «vamos a agotar todas las vías que la Ley nos brinda».