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Atraco a las tres

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Se cumplen ahora sesenta años del estreno de 'Atraco a las tres', la cinta dirigida por José María Forqué que cuenta la paródica historia de los empleados de un banco que planean atracar su propia sucursal para resarcirse de los míseros sueldos y las malas condiciones laborales de la época. Era la España del subdesarrollo y en pleno franquismo; la de José Luis López Vázquez, Gracita Morales, Landa, Manuel Alexandre y otros estereotipos de la pantalla y de la calle nacional. Pero alguno de ellos podría haber encarnado estos días al electricista que consumido por el rencor laboral se metió en una bolsa de herramientas el Códice Calixtino del siglo XII y se fue haciendo un fondito de pensiones a base de sisar el cepillo de la catedral de Santiago de Compostela. La realidad siempre supera la ficción y aunque pasen décadas, las historias se repiten en clave cómica o como tragedia. O, si no, habría que preguntarse por las circunstancias que llevaron hace unos días a dos atracadores de 56 y 63 años respectivamente a entrar -a las dos de la tarde- en La Caixa del barrio de Amara en San Sebastián con la intención de llevarse el dinero de la caja. El golpe sería un esperpento total si no hubiera terminado en el drama de un ertzaina herido y un atracador muerto. Normalmente, los robos, los atracos, en la ficción, siempre los protagonizan las bandas marsellesas, los sofisticados ladrones del cine americano, el solitario héroe de Woody Allen o los aficionados pardillos de 'Pulp Fiction'.

A partir de ahora los guionistas deberán modificar los estereotipos porque el mundo se ha vuelto al revés. Son algunos banqueros los que atracan a sus clientes. En breve van a empezar a desfilar por el Congreso primero y por la Audiencia Nacional después conocidos apellidos de la flor y nata de la política y las finanzas para dar cuenta de algunas operaciones que el juez Fernando Andreu ha calificado como presuntos delitos de falsificación, apropiación indebida, maquinación para alterar el precio de las cosas y administración desleal. Hay mucha tela que cortar. Hay un millón de clientes que compraron las famosas acciones 'preferentes' llevados de la mano por sus 'asesores' de las cajas de ahorro; hay muchos ahorradores que pagaron acciones de Bankia al precio de 3,75 euros y que ahora cotiza a 0,72. Hay mucho dinero dedicado a indemnizaciones estratosféricas de gestores incapaces puestos a dedo, o comisiones millonarias que se han quedado en los bolsillos; y dinero a fondo perdido de la caja del Estado para reflotar cajas que nunca salieron a flote. Esto desgraciadamente no es una película de cine español, esto es la punta del iceberg de un pillaje de guante blanco a escala nacional del que este país no se recuperará hasta que no salga a flote todo el mangoneo de un montón de banqueros-políticos que se lo han llevado crudo.