Sociedad

LABORATORIO: «ESPAÑA»

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Una tarde de abril de hace 75 años el cielo abrió fuego, según dicen por primera vez, contra una población civil indefensa. Era un placido día de la primavera vasca. El experimento duro unos minutos y provocó más de cien muertos. Sin coste alguno para las tropas Nacionales, los habitantes de Guernica fueron utilizados para demostrar que otras guerras eran posibles. Ya no hacía falta cavar trincheras, ni delimitar escrupulosamente las líneas de ataque enemigas, no era necesario un enfrentamiento entre ejércitos pertrechados. Se demostró que amedrentar a la población civil tiene un rédito siniestro, superior al que se consigue en campos batalla.

Desde entonces los civiles muertos en guerras superan con creces a la soldadesca.

Ese experimento, desarrollado en el Laboratorio España, se ha repetido, en otros lugares, con otras personas, en otros pueblos y ciudades. Con sistemas disuasorios y selectivos más sofisticados, pero con los mismos «excelentes» resultados. El miedo y el pánico paralizan hasta la insensibilización.

En estos momentos en los que la inversión en investigación, desarrollo e innovación cae de forma estrepitosa, en los que nuestros investigadores mal viven con retribuciones ridículas y sin derechos, en los que se produce la diáspora de la generación mejor formada de la historia, el LABORATORIO: ESPAÑA vuelve a ser noticia.

El Fondo Monetario Internacional ha tomado a España como cobaya de las medidas de ajuste. Los mercados nos utilizan como banco de pruebas. Nuestra economía, con su insensible y arrolladora política de austeridad, va a servir de ejemplo de lo que se puede aplicar en otros países. Nos hemos convertido en el escenario de maniobras experimentales para ver hasta donde se pueden aguantar las políticas de austeridad sin que el Estado explote.

Cuanto pueden aguantar los jóvenes sin encontrar trabajo. Cuanto pueden aguantar las economías domésticas sin ver peligrar su precaria estabilidad. Cuantos agravios insensibles pueden recaer sobre las espaldas de los inocentes más necesitados. Cuanta corrupción es precisa en nuestra clase política para que alguien dimita. Cuanta vergüenza debemos soportar antes de que se nos caiga la cara como país.

Como si de un monstruo insaciable se tratase, los mercados engullen cualquier medida de recorte. Reforma laboral, reforma fiscal, reforma financiera, liquidaciones sociales o recortes en lo más básico.

Aquí no se espera a que una medida pueda surtir efecto, sus resultados se nos exigen que sean inmediatos. Nuestros sacrificios parecen caer en saco roto. Cada vez una vuelta de tuerca más, bajada de sueldos, subida de impuestos, repago sanitario, subida de precios, pérdida de derechos.

Otros países fueron víctimas de este Aquelarre. Mientras peor nos vaya a nosotros mejor les irá a los del norte. No saben los necios que los Mercados trasladan rápidamente el escenario de su Laboratorio, y que cuando nos desangren les tocará a ellos.