La mitad de las familias españolas prefiere no cuidar a un dependiente en casa
La crisis provoca que muchos mayores dejen las residencias porque sus hijos están en el paro y no les pueden costear la estancia
MADRID. Actualizado: GuardarLas familias desconfían de las administraciones para cuidar a sus mayores y saben que no pueden contar con su ayuda cuando deciden asumir el cuidado de una persona dependiente. El 80% de los españoles asume que el cuidado de un ser querido repercutirá en la economía familiar y muy pocos, solo el 1,7%, creen que ese impacto vaya a ser compensado por las administraciones. El 4% apuesta por el propio dependiente y el 2,8% apunta que otros miembros de la familia ayudarán. «Creen que los gobiernos deberían hacer mucho más, pero no tienen esperanza de que así ocurra», dice María Ángeles Durán, profesora en el Centro de Ciencias Sociales y Humanas del CSIC.
Durante cinco años, ha dirigido un grupo de trabajo, impulsado por la Fundación BBVA, para realizar un estudio sobre el empleo no remunerado y la dependencia; este último, un apartado que aumentará un 50% para 2050. Las personas mayores son el principal foco de atención: ahora representan el 27% de la demanda de cuidados pero las previsiones indican que se llegará al 46%.
Y en ese camino de 38 años hasta 2050 también va a cambiar la forma de cuidar a nuestros mayores. La costumbre de que los hijos tengan a sus progenitores en casa tiene cada vez menos adeptos. «En cada oleada o estudio se aprecia una pequeña subida», apuntilló Durán. El 47,9% de los encuestados prefiere que los dependientes estén bajo cuidados de un profesional o en una residencia o centro de día. En el otro lado de la balanza se sitúa un 49,2% que se decanta por que sus mayores sean cuidados por ellos mismos o por otros familiares. Dos maneras de cuidar a los más necesitados que también se aprecian en dos baremos como la edad o los recursos.
Mientras el 43,7% de los mayores de 65 años está dispuesto a cuidar de sus padres, solo el 18% de los menores de 30 años contempla esta opción. «Buscan otras alternativas de una forma clara, como contratar a una persona especializada o llevar al dependiente a una residencia», comenta la profesora. Sin embargo, la crisis está afectando a la opción de acudir a un centro especializado. El precio de las residencias hace que tenga que ser pagada a partes iguales por los hijos. «Estamos viendo que cuando un hijo se queda en el paro, la persona mayor vuelve a casa porque no pueden pagarla», añade. El coste mensual de la atención al dependiente está por encima de los 1.100 euros,una cantidad que supera los 1.500 euros si la opción es el ingreso en una residencia no subvencionada. Unos precios que pueden ascender hasta 2.250 euros mensuales en las privadas.
En cuanto a clases sociales, son los ciudadanos con menos ingresos y menos estudios los que quieren cuidar a sus padres en casa porque «prefieren que no salga del ámbito familiar». Y aquellos que tienen más dinero y estudios son los que apuestan por que sus padres sean más independientes.
Pero lo que no cambia, sea la clase que sea, es que las mujeres son las que se ocupan en la actualidad más de las personas dependientes. Su implicación es mucho mayor que los hombres y que «los jóvenes, que parecen exentos de estos cuidados». Esta situación, según la investigadora puede acarrear serios problemas en el futuro para la mujer joven que está trabajando y tenga hijos, ya que se verá en la tesitura de tener que elegir. Por este motivo, la investigadora pidió a las administraciones un mayor esfuerzo para «flexibilizar el trabajo» de ellas y ofrecer más alternativas, como unas residencias a un precio razonable o una red de guarderías más baratas para que se pueda compaginar todas las obligaciones y necesidades.