Un nepalí muestra la cicatriz de una operación renal. :: REUTERS
Sociedad

Órganos con mala imagen

Detrás de los anuncios en Internet de compra de riñones se esconden mafias internacionales que quieren timar a los desesperados La ONT recuerda que obtener beneficio económico de una donación es ilegal

MADRID. Actualizado: Guardar
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La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) viajó la semana pasada desde el más absoluto orgullo por haber batido el récord mundial de trasplantes de órganos en un solo día (36 en 27 centros hospitalarios repartidos por ocho comunidades) a un gran malestar. Un enfado considerable. Porque la imagen de la ONT, de los médicos, del Sistema Nacional de Salud y de la sociedad, «con su compromiso constante», resalta el doctor Rafael Matesanz, máximo responsable de la ONT desde hace dos décadas, se vio enturbiada. Todo empezó con el ofrecimiento de un vecino de Jerez de la Frontera para vender un riñón. Quería conseguir dinero debido a su penuria económica.

Esto provocó que la imagen que se ofrece al exterior de un sistema que es un ejemplo para otras naciones se distorsione. «Algunos creen que estamos en una situación crítica en el que las personas van vendiendo sus riñones por la calle», se queja Matesanz. El doctor pone como ejemplo un artículo reciente de The New York Times. Se aseguraba que las personas que necesitasen un órgano podían ir a Europa, a países como Grecia, España o Portugal, donde la situación es desesperada. Todo lejos de la realidad. «La gente ve cosas en las películas y cree que aquí se pueden hacer cosas similares. Y no se dan cuenta que la venta de órganos está penada en España y en todos los países de la Unión Europea», recalca el doctor.

El castigo, incluido en el Código Penal desde 2010, por comerciar con un órgano puede ascender a doce años de cárcel. Incluso está penado comprar y traer un riñón de fuera de nuestras fronteras. «La legislación es similar, por ejemplo, a la que tiene Alemania con los pederastas. Si un ciudadano va a otro país para mantener relaciones sexuales con menores, vuelve a su casa y las autoridades se enteran, puede ser juzgado y condenado», comenta el doctor.

A pesar de la alarma, Matesanz resta cierta importancia a estos casos «aislados» de personas que lo que realmente quieren es «notoriedad» para salir de una situación precaria. Lo que más preocupa al máximo responsable de la ONT, y que también fue recogido por algunos medios extranjeros, son los anuncios de Internet. «Son incontrolables y anónimos», señala el nefrólogo.

La organización de consumidores Facua denunció a finales del mes pasado que había detectado 35 casos de personas con residencia en España que querían vender sus órganos a través de anuncios colgados en diversas páginas. Estos hechos se pusieron en conocimiento de las autoridades, que procedieron a su investigación.

Sureste asiático

En la mayor parte de los casos, detrás de estos anuncios no se encuentra un vendedor, sino extorsionadores o mafias que lo único que pretenden es sacar dinero a los incautos con ofertas irrechazables, de hasta 100.000 euros por un riñón. «Pero la gente no sabe que en muchos países de Asia, como Pakistán, se venden riñones por 1.000 euros. No tienen ninguna lógica esos precios en Europa», comenta el doctor, que lamenta que el «anonimato» de la Red permita alojar estos engaños. «Muchos de ellos provienen de los países andinos, donde la legislación es muy laxa», señala el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional de hace dos años.

Matesanz colabora con la ONU para alertar a todos los países de la necesidad de tomar más medidas para luchar contra la venta de órganos. Los ciudadanos de Estados Unidos, Japón e Israel son los que más acuden al mercado negro para intentar paliar la falta de órganos disponibles y acabar con la espera. «El problema reside en que el 20% de la población tiene el 80% de la riqueza. Si no hubiera tantas diferencias, no habría tanta demanda», resume el doctor. El mercado negro se focaliza ahora mismo en la región andina y el sureste asiático, aunque los tratantes con riñones, pulmones o córneas se mueven con mucha agilidad para evitar la acción de las autoridades.

Matesanz pone como ejemplo que hace unas décadas, el foco de los trasplantes ilegales estaba en Estambul. La mercancía provenía entonces de Moldavia, que acaba de estrenar la independencia tras la ruptura de la Unión Soviética. Cuando las autoridades turcas decidieron «tomas medidas drásticas», el negocio cambió de continente y se trasladó a Sudáfrica.