Delegados del Congreso del PSOE de Andalucía votan para la elección de los cargos internos del partido. :: CARLOS BARBA / EFE
ESPAÑA

El PSOE se cuece en sus batallas internas meses después del 20-N

El Congreso de los socialistas andaluces evidencia las dificultades del partido para cerrar sus heridas tras la debacle electoral

ALMERÍA. Actualizado: Guardar
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A perro flaco todo son pulgas. El refrán empieza a ser aplicable al PSOE. Cuando parecía que la resistencia de José Antonio Griñán y su capacidad de aminorar contra todo pronóstico los avances electorales del PP traerían la calma, los socialistas andaluces demostraron que la división interna que tan claramente se visualizó durante el 38º Congreso Federal sigue viva y bien viva. Ni un 66% de apoyo obtuvo el líder de la mayor y más potente federación del partido para su nueva ejecutiva, prueba de la enorme erosión que arrastra; hace dos años fue capaz de formar una dirección que logró el respaldo del 97,5%.

Que las cosas no saldrían tan bien como él pensaba en el congreso del PSOE andaluz quedó claro ya el sábado cuando el sector crítico que apoyó a Alfredo Pérez Rubalcaba en febrero -Griñán respaldó a Carme Chacón- votó en blanco su reelección como secretario general, que salió adelante con el 71% de los votos. Fue un golpe inesperado porque su informe de gestión había sido avalado por el 95% de los delegados apenas 24 horas antes, pero aún menor ha sido el apoyo para un equipo formado solo por dirigentes afines.

El resultado de este cónclave, con el que la dirección socialista aspiraba a echar tierra sobre unas trifulcas que no hacen sino lastrar más su recuperación, es malo para Griñán pero también para Rubalcaba. Pese a sus diferencias en el congreso, el secretario general del PSOE y el presidente del partido y la Junta de Andalucía habían tomado la decisión de pasar página y reforzarse mutuamente, en un momento crítico en el que los socialistas ven cómo, encuesta tras encuesta, no solo no logran despegar en intencion de voto sino que hasta retroceden hasta niveles muy preocupantes.

En la clausura del congreso del PSOE de Andalucía, que tuvo lugar en El Toyo (Almería), el líder de la oposición desautorizó con contundencia las voces críticas contra Griñán, del mismo modo que el dirigente andaluz trató de parar los pies hace algo más de una semana a quienes un día sí y otro también cuestionan la política de oposición desarrollada por la actual ejecutiva federal.

Llamada a la unidad

El secretario general se deshizo en elogios hacia Griñán e instó a todos los socialistas andaluces a respaldar a su Gobierno «porque esa -dijo- es la cultura del partido».

No parece fácil, sin embargo, que la ansiada paz vaya a llegar pronto. Los rebeldes, sobre todo de Jaén y con presencia en Cádiz, Córdoba, Málaga y también Sevilla, presentaron listas alternativas a los órganos internos del partido y lograron un 33% de respaldo, mientras que la ejecutiva regional salió aprobada con un 31% de votos en blanco. Eso significa que coparán un tercio del Comité Director, el máximo órgano del partido entre congresos, y otro tanto en Comité Federal.

Además, la próxima semana malagueños, gaditanos, cordobeses y sevillanos celebran sus congresos provinciales y ya está claro que en todos ellos habrá dos candidatos. Lo mismo ocurrirá en el congreso de las Juventudes Socialistas de Andalucía, cuyo líder, Juan Carlos Ruiz Fuentes, tuvo una de las intervenciones más críticas contra la gestión de Griñán en el encuentro de este fin de semana.

«Son muchos años de tensión y las heridas son muy difíciles de cerrar», dicen ahora con cierta resignación fuentes de la dirección federal. Griñán, no obstante, trató de minimizar la situación en su discurso como renovado líder, se tragó el enfado que dejó traslucir en las horas previas contra sus críticos y les agradeció su aportación. «Yo no militaría jamás en un partido que no estuviera abierto a la discrepancia -dijo-. Cuando me he sentido coartado en mi libertad en este partido lo he dicho y creo que la crítica enriquece».

No enriquece tanto, claro está, como para que él haya querido incluir a quienes no le apoyaron en su ejecutiva. Pero algo similar hizo Rubalcaba en febrero con contadísimas excepciones, entre ellas, la del propio Griñán, al que hizo presidente del partido. Ahora ambos hacen piña con poco éxito. El gobernante andaluz lanzó de nuevo un capote a Rubalcaba en presencia de Tomás Gómez -que acudió, como la mayoría de los lideres regionales, al cónclave- e insistió en que cuenta con su apoyo. «Sabemos que la oposición que hay que hacer tiene que sostener al país además de derribar al gobierno por su ineptitud», apuntó. Y el líder del PSOE prometió todo su apoyo.