Otro capítulo de Delphi
Cinco años después del cierre, más de 600 exempleados siguen recibiendo cursos y cobrando
Actualizado: GuardarSin lugar a dudas, una de las mayores meteduras de pata históricas de la Junta de Andalucía en la provincia de Cádiz es el asunto de los exDelphi. Cuando hace cinco años los propietarios de la multinacional norteamericana anunciaban que cerraban la factoría de Puerto Real, a los responsables del gobierno andaluz se les llenó la boca con promesas a los afectados. El primero, el entonces presidente Manuel Chaves con su ya mítico «No os voy a dejar tirados, vuestro mejor aliado soy yo».
Corría el mes de febrero de 2007 y por entonces nadie parecía sospechar la tremenda crisis que se nos venía encima. Se les prometió por escrito la recolocación y, en tanto esta no llegara, cursos y cursos de formación remunerados. Ahora, más de cinco años después, cerca de 600 exempleados de Delphi siguen sin trabajar, pero recibiendo esos cursos y sin contabilizar como parados.
Comoquiera que la Junta no tiene fondos para pagar a la empresa que imparte esos cursos, los exDelphi no han cobrado la última nómina y ahora amenazan con movilizaciones y encierros en la sede de la Delegación de Empleo.
Obviamente, ellos están en su derecho. Se les prometió, se les firmó y a ello se acogen. Sin embargo, los que metieron la pata hasta el fondo, los que propiciaron un indecente agravio comparativo con otros parados por una medida claramente electoralista, no asumen ningún tipo de culpabilidad. Fue un evidente error político por el que nadie ha pagado.
Hoy, más de cinco años después, cerca de 600 personas siguen recibiendo una formación que todos saben que no va a servirles de nada. Figuran como población activa cuando cobran subvenciones por no producir nada. Tuvieron la enorme 'suerte' de que su empresa cerrara unos meses antes de que empezaran a hacerlo en cascada miles de ellas, con trabajadores que sí se fueron directamente al paro sin que nadie se preocupara lo más mínimo por ellos. Les ofrecieron el oro y el moro. Ahora no hay dinero para pagarles. Pero exigen lo que es suyo. Aunque quien se lo prometió no debería dedicarse a la política nunca más.