La venganza de un hombre de misa diaria
SANTIAGO / MADRID. Actualizado: GuardarLa venganza es el principal motivo que llevó a José Manuel Fernández Castiñeiras a robar el Códice. El deán lo había despedido tras 25 años trabajando. Los responsables de la seo habían descubierto que falsificó un documento laboral para simular ser un trabajador fijo contratado por el templo. El presunto ladrón, airado ante estos hechos, llegó a reclamar 40.000 euros por despido improcedente. Los responsables de la catedral se negaron y este electrcista de 60 años decidió tomarse la justicia por su mano. Se hizo con un manojo de llaves del archivo y la caja fuerte. Cogió el libro, algunos documentos medievales y se fue.
Mientras la Policía comenzaba sus investigaciones, el electricista continuó su vida normal como si no hubiera pasado nada. Siguió con su rutina de desayunar a primera hora de la mañana, donde coincidía con antiguos compañeros de trabajo. Después acudía a la primera misa de la jornada. Cada día. Sin faltar casi nunca. En el bar incluso participaba en las diferentes teorías que los parroquianos manejaban sobre el paradero del famoso libro. En Santiago, y durante meses, ha sido uno de los principales temas de conversación de los vecinos. Pese a los rumores y que la Policía había anunciado a bombo y platillo que el robo había sido perpetrado desde el interior, Fernández Castiñeiras seguía impasible. Continuaba con sus trabajos como electricista, haciendo pequeñas obras en comerciso y hogares. Durante este tiempo, logró vender algunos documentos, según se desprende de la cantidad de dinero encontrada, tanto en euros como en dólares. Para estos movimientos, según la Policía, contó con la ayuda de su mujer, María Remedios Nieto, de su hijo Jesús y de su pareja María Jesús.