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'La Roja' y todo lo demás

Ahora tenemos por delante un par de años sin hazañas de la selección. A ver si así estamos a lo que estamos

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No vamos a regatear el mérito a los jugadores de la selección española de fútbol. Cuando alguien alcanza tal grado de excelencia en su oficio, sea éste el que sea, merece admiración y reconocimiento. Incluso si ese oficio es el de jugador de balompié, y si el que juzga es (como nos pasa a algunos que también existimos, aunque a veces no lo parezca) alguien a quien la disputa de un cuero entre 22 hombres divididos en dos grupos de 11 no le despierta mayor pasión. Ese pase de Torres a Mata, renunciando a apuntarse el tanto y a la vez amagando el tiro que tumbó a Buffon para que el compañero fusilara la red a placer, es una obra de arte que cualquiera puede y debe apreciar.

Dicho todo esto, y aceptando que en el trabajo de equipo de la selección y en la dirección técnica de Vicente del Bosque hay una lección de la que muchos podrían tomar nota, en muy diversos ámbitos donde se echa de menos esa coordinación y esa lucidez y esa serenidad en el liderazgo, hay algo que, así nos llamen aguafiestas o cenizos, algunos no podemos celebrar.

Ayer había otras noticias, de gran relevancia (aunque esta apreciación sea siempre subjetiva). El ministro de Economía no tuvo más remedio que reconocer que la recesión en el segundo trimestre se agrava, respecto de los datos del primer trimestre. El fiscal general del Estado admitió, nada más y nada menos, que la administración de justicia en España no funciona, y que esa disfunción procede, en buena medida, del diseño institucional y competencial que hemos dado en adoptar. La ministra de Empleo, según algunas informaciones periodísticas que habrá que confirmar o desmentir, pero que ahí están y que no proceden de un medio irrelevante, habría cometido (ahí es nada) un delito de revelación de secretos conocidos por razón de su cargo, en perjuicio notorio de la entidad (un partido político, pero tanto daría que fuera una PYME o un particular) que facilitó esos datos para el ejercicio de competencias propias del ministerio. Y un fuego de proporciones descomunales siguió asolando la provincia de Valencia, con la desgracia añadida de que se estrellaran dos de los helicópteros empeñados en su extinción.

Tales hechos desaparecieron, literalmente, para que todo lo ocupara la resaca del triunfo futbolístico. El telediario (que, no nos engañemos, es lo que informa al grueso de la población) dedicó no más de minuto y medio a cualquiera de las noticias anteriores, para emborracharnos durante treinta o cuarenta con la hazaña de Casillas y compañía. ¿De veras es para tanto?

En fin, también el presidente estaba el domingo viendo el fútbol mientras un incendio incontrolado se acercaba a una central nuclear. Ahora tenemos por delante un par de años sin hazañas de 'La Roja'. A ver si así estamos a lo que estamos.