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Las voces de las víctimas

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Existen aniversarios especialmente dolorosos y, durante este año, se cumplen algunos de los más tristes de nuestra historia reciente. El pasado 19 de junio hizo 25 años de la masacre realizada en Hipercor por el comando Barcelona y muy pronto, el próximo mes de diciembre, hará también 25 años de los asesinatos perpetrados por ETA en la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. La barbarie que nos llevaba y lleva hiriendo, tan profundamente, desde tanto tiempo atrás, fue especialmente sangrienta y dolorosa ese infausto año de 1987. Todos hemos podido volver a ver durante estos días las escalofriantes imágenes del atentado terrorista que se llevó tantas vidas por delante en el centro comercial barcelonés y hemos asistido al doloroso testimonio de las víctimas que se quedaron, los heridos que sobrevivieron pero, también, los padres, hijos o hermanos de aquellos que se fueron para siempre. Desde hace más de 50 años, nuestro país ha vivido y sufrido la más cruel de las amenazas, la que ocasiona el terror, un terror que no ha perdonado a nadie, ya fuesen niños, jóvenes o mayores, ni a ninguna región de nuestra geografía. Tampoco hizo excepción con Cádiz, con nuestra provincia. La primera víctima andaluza era gaditana, don Mariano Román, que fue asesinado, también un día de junio, en 1975. Y después de él, el guardia civil de Tarifa don Antonio Ramírez, ametrallado junto a su novia un día de Reyes de 1979 o el algecireño de 24 años don José Gómez Martiñán, en febrero de 1980, o el vejeriego de 33 años don Antonio Mateo, asesinado en noviembre de 1987 cuando estaba en compañía de su esposa y de unos amigos, o el cabo nacido en Espera don Antonio Ramos, de 28 años, también asesinado otro día de junio y que, años antes, había logrado sobrevivir a otro atentado terrorista. O doña Ascensión García que caía en Sevilla bajo las balas etarras, junto a su marido, en 1998. Y el gaditano de adopción, el médico don Alfredo Suar, secuestrado en El Puerto y encontrado, asesinado, junto al hospital de Cádiz. Y los niños, porque los niños son el futuro de todos nosotros, cualquiera que sea el lugar donde hayan nacido. Unos niños a los que se les arrebató la posibilidad de crecer, de jugar, de cometer sus primeras rebeldías, de su primer viaje de fin de curso, de sus primeras salidas con amigos, de sus primeras preocupaciones, de sus primeros suspensos o sobresalientes, de sus primeros enamoramientos, de esas tantas y tantas cosas y momentos que constituyen la vida. Begoña Urroz, un bebé de apenas 22 meses, la primera víctima de ETA, también en un mes de junio, en 1960. Y después, José Manuel Campos, José Mª Piris, 13 años; Alfredo Aguirre, 13 años; Daniel Garrido, 14 años; los niños de Hipercor, las hermanas Sonia y Susana Cabrerizo, de 15 y 13 años y los hermanos Silvia y Jordi Vicente, de 13 y 9 años, respectivamente; los niños de la casa cuartel de Zaragoza, Silvia Pino de 7 años, Silvia Ballarín de 6 años, Rocío Capilla, con 12, Pedro Alcaraz, de 16 y las gemelas de 3 años, Esther y Miriam Barrera. En el año 1988 nos arrebataron al pequeño Luis Delgado, con solo 3 añitos y, en 1991, los asesinos truncaron el futuro de Coro Villamudria, con apenas 17. Ese mismo año los asesinos de ETA lanzaron un coche bomba hacia el patio de la casa cuartel de Vic, lugar donde solían reunirse los chiquillos para jugar, acabando con las risas de Cristina Rosa de 14 años, de Lolita Quesada, de 8, de Ana Cristina Porras, de 10, de Vanesa Ruiz, de 11 y de Francisco Díaz que apenas empezaba a vivir a sus 17 años. Poco después se llevaron al pequeño Fabio Moreno, de dos añitos y, más tarde, a Juan José Carrasco, de 13 años, y a Silvia Martínez, de 6 años, mientras jugaba inocente y confiadamente en su habitación sin imaginar que un coche bomba le iba a hacer tanto daño. Espero no haber olvidado a ninguno de los niños que nos fueron tan cruelmente arrebatados. Otros muchos pequeños lograron sobrevivir a las graves heridas que sufrieron pero cuyas huellas, físicas o psíquicas, siempre tendrán presentes, mientras que a otros muchos les quitaron lo que más querían y más necesitaban, a sus padres y a sus hermanos. No podemos permitir que sus risas, sus voces y sus ausencias queden en el olvido. Mañana miércoles, 27 de junio, una sesión solemne en el hemiciclo del Congreso de los Diputados recordará y homenajeará a todas las víctimas del terrorismo en nuestro país. Esperemos que pronto tengamos una respuesta positiva a la propuesta hecha a los grupos parlamentarios por el Presidente Jesús Posada y que, el próximo año, las víctimas que quedan con nosotros puedan, unidas, traernos con sus propias voces aquellas que fueron calladas tan cruelmente para siempre. También, en otro mes de junio, el actual, coincidiendo con el aniversario de la muerte injusta, injustificable y sin sentido de tantos inocentes en Hipercor, hemos asistido a la triste decisión del Constitucional de legalizar a Sortu. Pero también en este mes de junio, todos debemos estar unidos para que nunca una acción terrorista, o cualquier conducta que la ampare, pueda quedar impune. Nadie podrá devolvernos a los que nos quitaron pero es de justicia que los asesinos paguen por ello.