A la mujer
Actualizado: GuardarEs posible que algunos lectores de este escrito puedan pensar que lo hago con ánimo de lisonjear a las féminas y de esta forma ganarme su simpatía. Nada más lejos de eso. Lo hago porque me siento del grupo que piensa que la mujer y el hombre, por encima de toda consideración, son personas y las personas son seres iguales por naturaleza con independencia del género y/o sexo. El concepto que tenían algunos filósofos clásico griegos y que secundaron algunos padres de la Iglesia ha quedado obsoleto y deshecho a pesar de alguna reminiscencia terca e intransigente, que obstinadamente no acepta el progreso auténtico
Para mí, el hombre y la mujer se diferencian en su género y que ambos dos se complementan para cumplir con el fin último y sublime de mantener y perpetuar nuestra especie humana. Esa es la única diferencia que no afecta en absoluto al valor intrínseco de la persona. No obstante, y según mi punto de vista, si de forma familiar apreciara una diferencia, la valoraría a favor de la mujer, porque la mujer que elige la opción de la maternidad como trabajo exclusivo y goza de una sólida formación, es fuente y origen de una sociedad bien formada y más humana, porque a la maternidad instintiva, une la vocacional y porque para mí, ser madre es como una auténtica y sagrada vocación similar o parecida la del sacerdocio, magisterio, medicina u otras. Profesiones que, en mi modesta pero experimentada opinión, fruto de la observación cotidiana debería ejercerse con dedicación exclusiva.