Un avión militar turco durante unas maniobras realizadas en la localidad de Izmir. :: REUTERS
MUNDO

La caída de un caza turco aviva la tensión con Siria

El Gobierno de Ankara se niega a precisar lo ocurrido mientras supuestas disculpas del régimen de Damasco acentúan la confusión

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Barcos turcos y sirios buscan a los dos pilotos y los restos del caza F4 Phantom de la aviación de Turquía que cayó ayer en aguas de Siria, frente a las costas de Latakia. Ankara informó a través de un escueto comunicado de prensa de que «uno de nuestros aviones, que despegó a las 10.30 hora local (7.30 GMT) de la base de Malatya perdió contacto de radio y radar a las 11.58, mientras estaba sobre el mar al suroeste de Hatay», y no tardaron en empezar a aparecer diferentes versiones sobre lo ocurrido.

En pocas horas se pasó del derribo por parte de las defensa antiaéreas sirias -incluso se especuló con la detención de los dos pilotos- al posible accidente. Todo ello con supuestas confirmaciones de Damasco que, según algunos medios, llegó a disculparse con el Gobierno otomano.

Al final del día el primer ministro, Recep Tayip Erdogan, ofreció una rueda de prensa nada más llegar de la cumbre Río+20 en Brasil en la que declaró que «no puedo decir que el avión haya sido derribado» y negó tajantemente haber recibido cualquier disculpa por parte del régimen de Bashar el-Asad. El Ejecutivo se reunió de urgencia para analizar lo ocurrido, un capítulo que añade más tensión a las deterioradas relaciones entre vecinos.

Desde el inicio de la revueltas, Ankara ha elevado sus críticas contra las autoridades de Damasco, especialmente por la represión que ejercen contra los manifestantes y que ha acabado con la vida de más de 10.000 personas. Turquía acoge además a más de 30.000 desplazados, es la sede del Consejo Nacional Sirio (CNS), órgano político de la oposición en el extranjero, y es la principal puerta de entrada de combatientes extranjeros y armas para los opositores. El tema del avión turco eclipsó una nueva jornada de violencia en Siria en la que más de veinte personas perdieron la vida.

El incidente más grave se produjo en Alepo, donde los rebeldes reivindicaron la muerte de «25 miembros de las unidades paramilitares de los shabiha (matones)». Los medios oficiales confirmaron el suceso, pero lo describieron como «brutal masacre de terroristas».

Los cascos azules permanecen, mientras tanto, en sus hoteles a la espera de nuevas órdenes y ayer su responsable, Kofi Annan, habló en Ginebra para denunciar «la competición destructiva» de algunos países extranjeros con intereses en Siria.

A pesar del fracaso de su plan de seis puntos para lograr la paz, el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe insistió en la necesidad de que las dos partes respeten el alto el fuego, algo que ahora mismo resulta imposible sobre el terreno.